UN IDILIO HUMILDE
Si es preciso de contar entonces les voy a decir como la conocí, en la iglesia de mi pueblo los domingos de mercado a las once y media el sacristán hace sonar las campanas para que los fieles vengan a arrodillarse ante la patrona del municipio y un domingo de esos hace cuatro años al repollito de mis amores la vi entrar en la tienda de la esquina, iba a comprar unas veladoras que sus mamá le había encargado para alumbrar a la virgen, como la vi sola y mi corazón es atrevido me busque la forma de entrecruzar unas palabras, no puedo negar que el susto me puso a temblar pero yo solo quería que supiera que al verla pasar por mi lado la vida se me transformo; en la puerta de la iglesia antecitos de entrar la pude atrapar y como un tonto atolondrado solo le dije –usted me gusta mucho mi niña- esos quince años de mujer dejaron que yo viera la sonrisa más bonita que ninguno de mis dos ojos hubiera presenciado jamás. Regrese de noche al rancho donde vivía solo pues mis viejos ya se murieron y mis dos hermanos se fueron a la ciudad según ellos a conseguir más dinero dejándome la tierrita que ahora estoy cultivando solo que esta vez la imagen de las perlas de la boquita que mi niña me enseño no dejaron que me atormentara la soledad.
Desde ese mismo día todos los domingos al pueblo bajo puntual por que se que en la iglesia siempre la voy a encontrar; a pesar de la vigilancia después de dos citas a escondidas por fin ya fuimos novios, bajo la sombra de la ceiba que está en el centro del parque nos cogimos de las manos y algunos besitos nos dimos pero como todo no es perfecto los hermanos de mi niña al principio nos molestaron, es que como en un libro que mi padre que era un gran lector me leyó los amores imposibles hace mucho tiempo existen, yo apenas le llevo dos años pero sus hermanos y yo aunque no tenemos los mismos apellidos de los del libro no nos podemos ni ver.
Todos esos domingos que en la iglesia hemos entrado ella viene con el pañolón rojo puesto el mismo que le encargue a doña Rufina que me tejiera para regalárselo a mi repollito después de cumplir un mes de cogernos cariño y esos ojitos del color de los topacios me miran desde lejos brillantes.
Yo como era de esperarse he trabajado la tierra juicioso animado por el recuerdo de Marianita, todas las tardes salgo y desde la ladera del rancho su casa puedo ver, el viento que es cómplice de los amores puros me ayuda a que le lleguen mis mensajes de amor y sé que los recibe por que también puedo escuchar su voz cuando de regreso me la trae el.
El próximo domingo a su casa voy a hablar con su papá para convencerlo de que la deje casar conmigo ya tengo todo listo las paredes del rancho ayer en la mañana las termine de pintar, el tomate esta en cosecha, la arveja esta para coger, con el café que esta pepiando y los dos puerquitos pienso que nos podemos mantener, solo es cuestión de que mi suegro me conceda el favor para que juntos con mi niña llenemos el vacio que en el rancho se siente.
Para terminar mi historia les puedo contar que mi suegrito me recibió al principio desconfiado pero luego de unos aguardientes que nos tomamos subimos hasta mi rancho, animado por mis cultivos el viejito me favoreció. Después de dos años ahora puedo decir que ya no estoy solo, con mi mujer y mi niño vamos hoy domingo rumbo al pueblo a agradecerle a la virgen en la iglesia todo lo que nos ha dado.
FIN
II CONCURSO NACINAL DE HISTORIAS
DE AMOR
Datos personales participante:
Autor: Félix Mauricio Molina Leguizamo.
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