viernes, 4 de noviembre de 2011

AMOR VIAJERO



AMOR VIAJERO

Era adolescente y el amor, estaba viajero y ocupado aunque no indiferente; se cruzaban miradas, pícaras miradas para él, recelosas miradas para ella. Preguntas inquietas, que querían alargar el encuentro que se multiplicaba por tres, pues era sólo ese momento, el que les daba la vida, cada indeterminado tiempo. 

Después cada uno proseguía su camino, dejando de lado el amor que continuaba esperando… en algún lugar. Caminos por explorar y caminos ya vividos, ilusiones para ambos. Otra vez llega el latir al corazón, pues se acerca un nuevo encuentro; expectativa, supuestos y mucha preparación, para vivir tan solo unos minutos, nuevamente multiplicados por tres para que no se acaben, pero como todo…no había más excusa, había que decir adiós. Se volvían a cruzar la decencia, la elegancia, el coqueteo, el aroma delicioso del amor que uno conocía y el otro no. A lo lejos pensamientos cruzados, cada cuanto, no sé; tal vez, cuando el corazón sentía que su otra parte estaba en algún lugar esperándole y sintiendo igual necesidad. Sucedía un silbido que propiciaba un nuevo momento fugaz; y les ayudaba el viento, que soplaba siempre en la dirección que los unía. Era búsqueda o era casualidad, pero eran envueltos por ese aire que los subía a las nubes y les paralizaba el tiempo. 

Por algún tiempo… mucho tiempo, guardaron en un cofre y casi olvidaron la ilusión que les inspiraba pensarse, simplemente por ser dos caminos distintos, ya iniciados que miraban a lados opuestos, pero que al girar la cabeza, sentían inevitablemente del corazón emitir suspiros, inspiraciones y preguntas para sí, que cuándo el destino estaba de su parte, les hacía encontrar. ¡Ah!… no era casualidad, era algo escrito. Después de luchar por evadir lo inevitable, se rebela el sentimiento y dice: ¡No más, basta!   Ese amor está hecho a mi medida; y aún con el recelo que hubo desde siempre pero también con mucha decisión, vuelve a acercarse pero muy seguro, por lo menos de saber lo que quería; y se encuentra con que ese amor lo estaba esperando, y aún guardaba intacto lo que por él sentía. Parecía un sueño escuchar la búsqueda y encontrar un ¡Siempre esperé este momento! Y el amor se puso una cita con el amor, que él sacó de una maleta y ella de sus desdichas. Y comienzan a vivir el sueño de ambos, que fue el mismo: Es posible ser feliz y no equivocarse, porque se inicia un nuevo camino, el camino de la atención, de las miradas, del desvelo por el otro, de compartir, de buscar juntos, de complementarse, de saber que piensa el otro, que necesita, que espera, que le sucede. Desde ahora inicia lo que durará para siempre, pues siempre lo soñaron, lo desearon,  lo esperaron y lo construyeron en sus esperanzas; esperanza que estuvo de la mano con el amor y con la fe, pero hoy dejan libre a la esperanza, para que acompañe a otros dos, y se van de la mano con el amor y con  la fe, suficientes para llevar él en su maleta y para ella acompañar su dicha. 

El amor ya no es viajero; encontró el lugar perfecto para edificar su casa, casa que para él será un palacio, construido desde el primer día con todo lo que su imaginación le permita plasmar en lo concreto; el amor ahora es tangible y tiene color: es rosa, tiene textura: es terciopelo y tiene fragancia: es jazmín. El amor ahora es regado todos los días y está creciendo. ¡Sí! Creciendo aún más; y algún día no le bastará el palacio, necesitará el cielo porque de allí nació y volverá a su lugar. Por ahora, en algunos momentos revisan la maleta que guardan en el lugar que destinaron para sus recuerdos, la abren y reviven con sonrisas y con un ¿por qué no la guardamos antes,  para solo recrearnos con ella de vez en cuando y no para que fuera una compañía en ese camino de espera y de ilusiones? Pero, nuevamente una sonrisa ilumina el rostro pues, ya no hay lugar para pesares; la vuelven a cerrar, la dejan en el mismo lugar y continúan su camino. Se empieza a sentir vida en  el palacio, ya se encuentran los dos primeros ocupantes; seguramente algunos otros se unirán a ellos, ya tienen nombre cada uno, tal vez otros dos, que tal otros tres, y los ocupantes se multiplican, ya son siete, así como lo que siempre han deseado los primeros dos. La matemática inexacta del amor, la lógica que solo entienden ellos dos. Y aquellos que se unieron traen consigo travesuras, caprichos, un yo sé lo que hago, ya estoy grande. Y la fuerza del amor que la aprendieron en el camino, les enseña nuevas cosas y les motiva para ayudar a crecer lo que es suyo, lo que es de ambos. ¿ y …. en qué momento caminaron tanto? Ni siquiera se dieron cuenta, caminan sobre nubes; pero ahora, las nubes de lo posible, las nubes de lo real y ningún día se parece a otro, siempre hay un capítulo nuevo; se suma, se multiplica, se conjuga, se eleva al cuadrado, se enriquece, se busca, se encuentra, se elabora, se construye, se motiva, se resalta, se toma fuerza, se impulsa y hasta alcanza; y si hay algo que no se parece a nada, se coloca entre paréntesis y no se determina porque es que el amor, merece seguir reinando y que otros muchos también lo encuentren, lo disfruten y lo compartan; ¿por qué no compartir el cielo?. En el cielo vive el amor, pero estos dos, lo bajaron hasta su lugar; y ¿cuánto han recorrido ya?, parece que son siglos, y siglos sin acabar. El camino hoy, lo recorren otros que soñaron un día, pero solo un día, pues aprendieron de estos dos y decidieron repetir la primera parte de la historia que aunque mágica, se prolongó y produjo angustia; la angustia del amor es agonía, agonía en vida que es tortura; y de aprender se trata. Hoy son muchos caminos, caminos cortos que llegan al mismo lugar y, también ocupan las habitaciones del palacio que aunque llegan tantos nunca se llena, pues el amor es incesante y continua la tarea de multiplicar todo a su paso, hasta que todos entiendan que es solo un paso, es un solo momento y,  ya los dos, caminan un paso juntos y descansan un buen rato, disfrutando del amor que aprendieron a vivir con su ejemplo otros.  


Claudia Patricia Velasco Adarva

Miranda – Cauca

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