OSCARITO Y LAS HADAS DE LA ESCRITURA
Era el comienzo del año escolar y el Señor Tablero, presentó a la importante concurrencia de niños y niñas de cinco años, las “Vocales, Hadas de la Escritura”, personajes centrales del mundo de la escritura, la prosa y la poesía. Pero uno de los pequeños, se enojó muchísimo y en su vocecita a media lengua y con sus manos en la cintura y espichando sus ojitos le dijo al señor Tablero: -¡Nosotros no somos tontos¡ ¡Las vocales no son hadas, son letras! ¡Y además a mí, me caen muy gordas!- Y les sacó la lengua. Y todos los chiquillos muy divertidos, se reían con picardía sin saber por qué Oscarito decía esas cosas y veía Oscarito también al señor Tablero, carcajearse sin parar, celebrando su ocurrencia y en sus sacudidas saltaban los marcadores y el borrador y los niños reían cada vez más fuerte. Entre tanto, Las Hadas de la Escritura sonrientes y amorosas, lo miraban con ternura, y también a este grupo maravilloso de niños y niñas del grado de Transición. Pero Oscarito, se sentía mal y se encontraba muy triste y también lloró. -¡Oh, no, no no! Amiguito. ¿Por qué las lagrimitas? Estamos en un día lleno de hermoso sol y sonrisas infantiles. ¡Nada es más bello que eso, Oscarito!- Le dijo el señor Tablero atrayéndolo cariñosamente hacia él, mientras que las cinco Hadas, tomadas de sus manos y cubiertas de inmensa simpatía y belleza dejaban caer sobre el pequeño, algunas vocales diminutas en forma de bombones y caramelos que despertaban la curiosidad del niño. El timbre sonó y los niños se dispusieron a tomar su lonchera, acompañados de su profe Sarita, un ser cálido y maternal. Oscarito se encontraba con su lonchera agachado sobre su pupitre y Sarita se acercó haciéndole cosquillas y cuidadosamente le ayudaba a destapar sus alimentos, observándolo para descubrir qué lo tenía tan triste y le dijo: -¡Ummmm, qué rico está todo lo que la mamita te mandó! ¿Sabes mi amor? ¿me contarías, qué te sucede?- Y Oscarito le respondió entre sollozos: -No quiero aprender a leer y a escribir, eso es tonto y malo. Y Sarita le decía: - Pero tú ya conoces las letras y muchas palabras y tus cuadernos y tus escritos, son preciosos.-
Y en ese instante, la madre de Oscarito llegaba al colegio a hablar con su profe y entre lágrimas le comentó que su esposo había tenido hacía unos días un grave accidente y que no había podido ir a comentarle. –Oh por Dios, es por eso que Oscarito está tan desconsolado hoy.- Dijo Sarita contándole a la vez, que en esa mañana Oscarito le había manifestado que no quería volver a leer y a escribir. - Si usted los viera- Decía su madre. -El amor de Oscarito y su padre es más grande que el mismo universo, los dos juegan, hablan, aman su momento de leer y escribir juntos y el estado de su padre es muy grave y Oscarito no ha querido verlo, está destrozado y terriblemente triste además se siente culpable. Todos le hemos dicho que no es su culpa, por favor ayúdelo.- Y entre buenos deseos por la recuperación y acuerdos para ayudarlo, se despidieron muy afligidas.
Pero las Hadas de La Escritura tenían una misión en este día precisamente con Oscarito. Y aunque nadie más las veía, el entorno se sentía mágico y acogedor. Y las Hadas juguetonas endulzaban con vocales el corazón de Oscarito. Sarita jugaba con los niños en el parque y buscaba la forma de hablar nuevamente con Oscarito sin que se sintiera presionado hasta que quedaron nuevamente solos y Sarita le dijo: - Oscarito, no te preocupes más, tú padre se va a recuperar mi amor, pero necesita que tú lo ayudes. Y Oscarito respondió: -Cómo lo voy a ayudar si fue culpa mía, yo soy malo, fue mi culpa- repetía una y otra vez. Sarita lo tomó de la mano y empezó a caminar con él debajo de los árboles llenos de flores rosadas, lilas y blancas, y, Oscarito decía: -Yo hice que mi papá me fuera a comprar unos lápices para escribir y dibujar, yo le insistí y mi papi se accidentó, es mi culpa ya no volveremos a leer los cuentos que tanto me gustan, ahora los odio ¡y por eso no voy a aprender nada!-. Repetía entre sollozos. Entonces Sarita lo abrazó y detrás de ella, estaban nuevamente las Hadas de la Escritura quienes sobre el prado le mostraban a Oscarito palabras tiernas con los pétalos que caían de los árboles y Oscarito las leía y como que se animaba: Con la A, amor, con la E, esperanza, con la I, imaginación, con la O, osito, con la U, universo. Y Sarita miraba en el rostro de Oscarito cierto asombro e inocencia. Y Oscarito le preguntó: -¿crees que fue mi culpa? Sarita le respondió: -¡Por supuesto que no! Mira, en la vida suceden cosas que no comprendemos, pero que al final nos dan muchas alegrías. Y de nuevo le preguntó Oscarito: - ¿Tú crees en las Hadas?- -Oh si Oscarito, qué sería del mundo, de los sueños e ilusiones, del amor, de los cuentos y la fantasía si ellas no existieran?- Y le dijo Sarita con una sonrisa: -Debes visitar a tu papito- y lo animó para que le expresara todo su amor y que estaba segura que él se pondría muy feliz si lo veía juicioso haciendo sus tareas y le sugirió que le llevara un regalo: -¡Qué tal una poesía y un lindo dibujo Oscarito!- Y así, con la ayuda de Sarita y la magia de las Hadas, Oscarito le escribió a su padre una poesía de su corazón que decía: Papito: Te amo con la A, Te espero con la E, Te imagino con la I, Te oigo con la O, y con la U, unas Uvas dulcecitas comeremos con mamita, tú y yo. Y le dibujó un paisaje hermoso que adornó con pétalos de los árboles y se lo mostró a su padre, besando su rostro y pidiéndole perdón. Tan pronto su padre lo vio, derramó mil lágrimas de alegría y le respondió. -Me siento tan orgulloso de mi pequeño escritor, volveremos a leer y a escribir, solo quería que vinieras a escuchar cuánto te amo Oscarito- Y de ahí en adelante todo volvió a ser alegría. Oscarito nunca más vio a las Hadas ni al señor Tablero hablar, pero en su alma y su memoria por siempre permanecieron, en especial en el momento de leer y escribir lo cual hacía con devoción y mucho amor. Oscarito se convirtió en un magnífico escritor de la vida, la fantasía y el amor. BOGOTÁ
Cristina Hernández Becerra
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