viernes, 25 de noviembre de 2011

TIMBIO PRIMER LUGAR EN VIOLENCIA CONTRA LAS MUJERES


Popayán encabeza el listado de municipios donde ha sido asesinado el mayor número de mujeres en 2011, y Timbío ocupa el primer lugar entre los municipios con mayores índices de violencia sexual. Así lo dio a conocer el Movimiento de Mujeres del Cauca en la celebración del Día Internacional del No a las violencias contra las mujeres


Timbío y Popayán, 




escenarios de 


violencia contra las mujeres





EL LIBERAL, 25 DE NOVIEMBRE DEL 2001

sábado, 19 de noviembre de 2011

PLAN LECTOR


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La lectura de un buen libro es un diálogo incesante en que el libro habla y el alma contesta.

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La lectura es como una pequeña guía a un infinito universo de conocimientos.

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La lectura es imaginación y la imaginación 


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lunes, 14 de noviembre de 2011

INSTANTES




REFLEXIONES DEL DIA

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La lectura ayuda a tu mente como la mente ayuda a tu vida y estudio.


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Los libros tienen su orgullo, cuando se prestan, no vuelven nunca.
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La lectura es una conversación con los hombres más ilustres de los siglos pasados.

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El título de un libro condena a sus lectores.


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miércoles, 9 de noviembre de 2011

ME GUSTA LEER. VIDEO

Recomendado. Este vídeo sobre el gusto y el placer de leer es bellísimo.

http://youtu.be/oX1LM9HIk_s

viernes, 4 de noviembre de 2011

Su primera vez


Su primera vez

Una gélida mañana de abril, hace treinta y cinco años, salimos a pasear. La emoción de estar juntos nos hacía disfrutar  de la brizna que penetraba hasta los tuétanos y reíamos por cualquier tontería. Pero cuando estábamos pasando por frente a la casona de Santa Rita, me acuerdo muy bien,  la tomé del brazo y muy serio le pedí la prueba de amor. ¡Qué iba a imaginar  que en ese momento, le pedía lo que le pedía a la futura  madre superiora de la congregación de monjas a la que hoy pertenece!
        El resplandor de la batalla que produjo en su interior mi sorpresiva propuesta, encendió su rostro. Ella que era de carácter alegre, casi ruidoso, con la cabeza inclinada estiró las mangas del saco hasta esconder las manos como pequeñas tortugas que se encierran en su caparazón… Y seguimos en silencio, oyendo nuestras pisadas sobre la hojarasca. Las veraneras de flores blancas, moradas y rojas, ansiosas por la respuesta, se aglomeraron curiosas encima de las tapias de adobe que rodeaban las haciendas.
        ––¡No esperaba esa clase de propuesta…, menos hoy Viernes Santo! ––dijo por fin.
        La llovizna arreció. Ella apuró el paso y yo también.
        Encerrada en sus propios pensamientos, no logré sacarle una sola palabra más durante el recorrido. Ya en la puerta de su casa sin mirarme, como si hablara con el viento,  volvió a decir:
        ––El domingo, después de la misa de nueve, tendrá su respuesta. ¡Adiós! ––y sin esperar siquiera mi “adiós”, cerró la puerta.
        Los nubarrones, que desde hacía rato amenazaban tormenta, comenzaron a rugir. Al entrar en mi casa, a dos cuadras de la de ella, un relámpago dio paso al aguacero.
        El domingo, faltando diez minutos para las nueve de la mañana,  llegué a la iglesia con mi familia y ocupamos el lugar de siempre. A las nueve el templo estaba repleto.  No la vi llegar, pero sabía que ahí estaba, aún sin verla, presentía su presencia. Sin lograr concentrarme en la misa porque el engranaje de mi cerebro estaba acelerado, fui el primero en abandonar el templo apenas terminó la ceremonia. Era tan grande la concurrencia aquel domingo que no pude verla salir. Entonces comencé a buscarla en el atrio por entre vestidos de tonos alegres…, camisas de colores…, sombreros de diferentes estilos…, pañoletas de colores vivos…, cachuchas y sombrillas para el sol…, hasta que por fin: sus rizos del color del trigo…, sus ojos vivarachos…, estaba parada al lado de su padre que junto con el mío y con otros y otras no paraban de palmear acompañando un pasodoble que interpretaba la banda municipal. El azul celeste, el Sol radiante, los voladores de cuatro y cinco explosiones, el repicar de las campanas y la música, daban al espíritu la sensación de una esperanzadora resurrección.
        Nos miramos y… ¡Ya!… Sobraron las palabras. Tomados de la mano comenzamos a bajar los escalones del atrio, como si estuviéramos saliendo de un cuadro primitivista de Román Roncancio. Nos alejamos lentamente, luego, apretamos el paso y al doblar la esquina, sin soltarnos, corrimos.  Las notas de los clarinetes y de la  tuba, los golpes del bombo y de los platillos se oían cada vez más lejanos. Nos detuvimos frente a la misma casona. La Casona de Santa Rita. Nadie solía pasear por esos alrededores maravillosos, solo el viento, pero estaba entretenido jugando con los frutales.
        Buscamos el nicho de un portón desusado que debió ser la entrada principal centenares de años. Temblorosa me pidió que lo hiciera con cuidado porque era su primera vez. Le comenté que yo era un hombre  ducho en las artes del amor, pues antes lo había hecho dos veces y…, apreté mis labios contra los de ella por dos eternos segundos. ¡Eso duró su primera vez, dos segundos! Felices emprendimos el regreso mientras los voladores seguían explotando en los aires.
        ¡Siete años tenía ella, ocho tenía yo!


Autor:          José Tomás Castro R.

AMOR EN LA CALLE
Toda historia empieza así, había una vez…
Un hombre llamado Esteban, recolector de reciclables en la jungla de cemento, donde diariamente recorría los caminos de asfalto rebuscándose la vida. Era joven, pero no tonto, ganaba para comer y vivir dignamente.
Los vicios no iban con él, aunque sus compañeros de lucha fumaban sus ganancias intoxicando hasta sus almas. Era un hombre decente y aseado así que en muchos sitios siempre era bienvenido sin repudio.
Seleccionando un día entre un montón de basura comunal, vio entre papeles y plásticos el rostro de un ser humano, un hombre mayor que apenas respiraba. En su corazón que no conocía el desprecio, sintió el llamado de una buena acción. Ayudo a salir al viejo de esa podredumbre y lo subió a su carreta, llevándolo a su humilde casa, donde lo asistió en lo que pudo.
Estando allí, el rumor de la gente llevo la noticia en todas direcciones, su casa era objeto de las curiosas miradas y distintos murmullos de los vecinos, pero a su puerta también llego una extraña del sector, una joven mal trajeada y con presencia de ínfima pobreza, pero eso no lo noto Esteban.
El vio la dulzura en su rostro y la transparencia en su mirada, ella era la hija de aquel hombre que había socorrido. Se presento como Sandra y le agradeció por haber ayudado a su padre, y llorando le comento un poco de su vida. Había llegado con su familia desde un pueblo lejano y habitaron las calles por algún tiempo, ahora un rancho de plásticos era su aposento, la casa de Esteban era de madera, pero para ella era como un palacio.
El joven ayudo a llevar al anciano hasta su hogar y prometió ayudarlos en la medida de lo que él pudiera, así en los días siguientes el muchacho colaboraba a esta familia con comida y medicinas para el viejo.
Con el tiempo Sandra se dio cuenta que sentía por Esteban algo más que agradecimiento, y sospechaba que él sentía lo mismo. Cuando estaban juntos hablaban y reían, él le conto que termino en las calles después de sufrir un accidente que lo dejo casi paralitico, su familia le dio la espalda pero él se recupero solo, y la única secuela es un pie un poco lento que lo hace cojear, pero su caminar en la vida ha sido siempre firme.
Ella decido acompañarlo en su trabajo, para ayudar a su familia y para devolver las atenciones que ha tenido con ellos. Fueron días duros de trabajo, pero una tarde se sentaron en un parque con gaseosa y pan como merienda, y él la miro a los ojos y torpemente le confesó sus sentimientos ella sonrió y beso sus resquebrajados labios sellando así un contrato de eterno amor.
Aun se ven juntos recorriendo las calles, reciclando entre montañas de basura, en una afanada ciudad que no detalla esa unión, van sacando adelante la vida con el amor más puro que puede existir.



Jose Brólber Cubillos Castañeda
Ibague

Atracción de Papel.


Atracción de Papel.

La primera vez que la vi, supe que debía ser mía. No habría poder humano o sobrenatural que me la quitara. Cada instante, deleitaba mis ojos con su sonrisa, estática y siempre perfecta, que me embriagaba hasta hacerme perder los sentidos. Sumergiéndome en una desesperación psicótica por tenerla a mi lado, hecha carne, huesos y sangre... Cada día, antes de ser arropado por los lánguidos y cálidos brazos de Morfeo, en donde paseaba a su lado por valles de rosas y amapolas, extendía mi mano inútilmente hacia ella, para que me acompañara entre mis sábanas donde seriamos esclavos de la pasión hasta morir del placer producido por la fricción de nuestras carnes.
Cada mañana, al abrir los ojos, la primera luz que veía era la emanada por su rostro. Me llenaba de regocijo y hacía que ese día fuera el más feliz de mi vida, aunque me atormentara con la idea de encontrar la forma de estar carnalmente a su lado.
Por ella recorrí los caminos de la magia y la alquimia en busca de una fórmula o conjuro que me permitiera tenerla a mi lado. Llegué a hablar con Hermes Trismegisto para pedirle la sabiduría dada por Tot y así poder arrancarla de lo inerte, pero se me fue negado, “Una misma materia no puede ocupar el mismo espacio, busca a la original” me dijo con una voz suave antes de perderse en la inmensidad del vacío infinito. Al llegar al final del camino de esta ruta, decidí tomar otra de las tantas bifurcaciones que tiene la vida, para encontrar la forma de tenerla y poder oler su piel, acariciar su cabello, sentir sus labios sobre los míos y sus manos recorrer mi cuerpo. Aunque sabía que Trismegisto tenía razón, ¿qué seguridad tendría que la original me quisiera, me miraría como lo hace la copia y me sonreiría siempre? Ninguna. Así que debía seguir mi camino de búsqueda.  
Pasado un tiempo, después de leer muchos libros de ocultismo encontré un tema que hablaba sobre el pacto demoniaco (el intercambio de tu alma por algo preciado) y fue cuando invoque al mismísimo Lucifer, una daga consagrada con la sangre de un sacerdote, la pureza de un ángel sin alas y el deseo más ferviente por parte de mí, fueron necesarios para traerlo. Ante su presencia, devorado por los horrores que se sienten al estar a su lado, saqué fuerzas, impulsado por el rostro de mi amada, para ofertarle mi alma a cambio de tenerla junto a mí, pero solo conseguí burlas de parte de él, “pobre mortal, ¿acaso estás loco?  No ves que tu mundo está lleno de criaturas reales y… ¿crees que tú alma vale algo frente a lo que me pides?” me dijo entre carcajadas.
 A pesar de todo, no desisto en mi afán de conseguirla y aun guardo la esperanza de algún día poder extraer de esa imagen, tomada hace mucho tiempo de un catalogo de fragancias, la figura de esa mujer esbelta, alta, de ojos celeste y tez blanca, de una belleza que riñe con la de Helena y enloquece a Alcestes hija de Pelias. Hasta ese día, solo me complaceré viendo su imagen plasmada en el papel, sin dejar de extender mi mano hacia ella, con el anhelo de que atienda a mi llamado.

Datos Autor
Nombre y apellidos: Libardo Caraballo Blanco

EL TRATO


EL TRATO

La sonrisa dibujada en su semblante traspasó el umbral del espacio y el  tiempo. Aquella escena marcada por la tragedia quedaría en  la posteridad como un acto de amor puro. Fue doloroso para él,  sin embargo, el dolor no logró borrar la expresión de satisfacción, que aún sin rostro, se grababa para siempre en su espíritu y  en la memoria de todos los que conocieron el caso de cerca.
Esteban  moreno, un comerciante colombiano que a punta de esfuerzo y trabajo duro, logró sacar su empresa adelante.  Hacia varios años que disfrutaba del dulce sabor de la prosperidad. Desde que posicionó su producto en el exterior, las finanzas de la familia se  habían disparado. Lastimosamente en su país ser prospero no solo traía bienestar, muchas veces añadía Sufrimiento.
Su hogar, conformado por una bella esposa, dos hijas señoritas y  David el primogénito. Un joven de veintidós años que llevaba en su cuerpo las marcas genéticas del  padre. Además del parecido físico poseía un carácter similar al de su progenitor, resultado de la estrecha relación que tuvieron desde que lo tomó en sus brazos por primera vez.
Todo marchaba de maravilla, hasta que meses atrás una noticia les cayó como baldado de agua fría. El secuestro masivo estaba confirmado. De los veinte universitarios plagiados, quince de ellos habían sido soltados por sus captores. Tuvieron tiempo los guerrilleros para indagar por las familias y por el estado financiero de cada una de ellas. Aquellos estudiantes que no les representaba una oportunidad para llenar  sus arcas, eran considerados un estorbo y dejados en medio del camino.
Los días  fueron pasando llenos de  incertidumbre. Por una parte el acoso de los secuestradores exigiendo dinero, por la  otra,  la presión de las autoridades para que no pagaran ni un centavo y confiaran en un rescate militar. Estaba a punto de enloquecer, imaginaba a su hijo en los martirios del claustro y su corazón se comprimía de dolor. La noche anterior a su valiente acto, no pudo conciliar el sueño ni un minuto. Mirando al techo del dormitorio, lo convirtió en la pantalla donde reflejó una a una las vivencias con su hijo. Fue una noche de llanto y sonrisas solitarias, habló solo, mientras recordaba cada escena con Juan David. 
Nadie sospechaba el desenlace de aquella situación, él si. La madre creía que aquel viaje era para recoger por fin a su hijo. Después de haber dado más del ochenta por ciento de su fortuna ¿Cómo no lo iban a entregar? Abrigaba la esperanza de verlos llegar a ambos y despertar de aquella pesadilla. No imaginaba la tragedia que se avecinaba. Una semana antes de dar la última suma de dinero, el joven David intentó escapar de sus captores, fue interceptado fácilmente y en medio del forcejeo el arma se disparó. Murió uno de los cabecillas. El comunicado se dio telefónicamente al padre: “Hemos recibido satisfactoriamente su aporte a nuestra causa, pero lamentamos informarle que su hijo no saldrá con vida de las selvas colombianas, le hemos hecho un consejo de guerra por la muerte del comandante Barrera y fue sentenciado a morir fusilado”  Sintió que se  le acababa el  mundo, pero pensó rápidamente y expuso una contra propuesta a quien estaba al otro lado del teléfono.
Llegó al punto de encuentro  con cierto nerviosismo. Desconfiaba de la palabra de esos hombres. No obstante, guardaron su promesa. Parece ser que el arrojo del padre les conmovió un poco. Se encontró con su hijo de frente, lo vio tan demacrado.  El abrazó duró unos minutos, solamente lo interrumpió la voz del comandante. Don esteban, ya  es hora. Ambos se encaminaron a la camioneta, a David le brillaba  el rostro por la cercanía de la libertad. Llegaron hasta el vehículo, el padre  entregó las llaves al que llevaba su apellido. Vete cariño, comenzó a decirle mirándolo a los ojos,  no pares hasta el primer pueblo, cuida a tu madre y a tus hermanas. Vive  hijo mío, disfruta de tu existencia y sácale jugo a la vida. ¿Papá que pasa? preguntó el muchacho. Yo me quedo mi amor, ese fue el trato.
No había avanzado mucho el recién liberado cuando escuchó tres disparos de fusil. Al mismo instante del estruendo vio la  Biblia abierta encima del tablero del carro, había un  versículo subrayado. “NADIE TIENE MAYOR AMOR QUE ESTE, QUE UNO PONGA SU VIDA POR SUS AMIGOS”  Elevó una oración mientras se alejaba del lugar, gracias papá por amarme tanto. Unos  kilómetros atrás dos guerrilleros enterraban el cuerpo de un hombre que murió fusilado con una sonrisa en los labios. La guerrillera dijo: Primera vez que veo a una persona morir sonriendo, y alguien contestó desde las filas…  es que murió por amor.

DATOS DEL AUTOR

Nombre: Jaime Humberto Pérez Salazar

NOTAS SONORAS DEL PRIMER AMOR


NOTAS SONORAS DEL PRIMER AMOR

Mi adorada hija Andrea tenía 13 años cuando me manifestó su interés por la música y resolví inscribirla en el Conservatorio de la Facultad de Artes. 
Solía verla en los pasillos del conservatorio corretear como un cabrillo; golpeaba en la puerta del salón de piano y salía corriendo para esconderse en otro salón….esto lo hacía a diario, hasta que un día no aguanté la curiosidad y me di cuenta que golpeaba en donde recibía sus clases de piano el niño más aventajado del Conservatorio.…..llamado Andrés. Recuerdo que el abría la puerta y como no veía a nadie cerraba muy duro e insultaba a los que creía que eran.
Una tarde me encontraba con un grupo de profesores cuando llegó  Andrés y se integró a  conversar con nosotros,  porque a pesar de sus 14 años, el círculo de amistades de Andrés era solo de personas adultas. Cuando vio a mi pequeña hija en los pasillos dijo lo siguiente: “no entiendo porque niñitas como la que va allí, molestan tanto, jamás me fijaría en una niña inmadura, que no sabe nada de los temas de mi interés…la mujer de mis sueños es una mujer  mayor que yo, que sea culta, que sepa mucho de música y de arte..para tener al menos de que conversar, las niñas de ahora solo piensan en la música estruendosa, con letras vulgares que no dicen nada…y además con cabeza hueca…en fin me chocan esas niñitas”.
En la noche cuando llegué a casa a revisar tareas…. Mi hija pintaba un corazón en la última hoja de su cuaderno de matemáticas y dentro de ese corazón escribió el nombre de su amor platónico: Andrés y Andrea. Para que no se hiciera ilusiones le comenté lo que él había dicho en la tarde mientras ella corría en los pasillos. Ella se hizo la que no le importaba lo que le estaba diciendo y siguió realizando sus ejercicios de matemáticas.
A la semana siguiente mi hija me comentó que se había inscrito en otra actividad en las tardes libres y que eran en la Biblioteca de la Facultad de Ciencias Humanas y Sociales, como siempre he confiado en ella no le pregunté de que se trataba. Terminado el primer año lectivo de sus clases de música, llegó la hora de presentar el examen de admisión al instrumento al cual aspiraba, Andrea escogió  piano, pero ella solo quería que su profesor de piano fuera el Maestro Manfred Gerhard, un profesor muy estricto, exigente y de carácter fuerte. A mi niña no le importó eso y presentó su examen de admisión…y finalmente Andrea logró su objetivo y pasó a ser la alumna de Manfred y compañera de clases de Andrés. Por fin podían compartir el mismo salón.
Su adolescencia la pasó entre el colegio, el coro infantil, la lectura y sus clases de piano.
Cierto día golpearon a la puerta de mi casa y me sorprendió mucho  ver a Andrés, el chico aquel que hablaba mal de mi hija, el cual dijo lo siguiente:” Hola Claudia. ¿Se encuentra Andreita? En serio, que no podía creer lo que estaba escuchando…y cuando salió Andrea…lo que estaba viendo. Se saludaron muy cariñosamente y él me dijo: “Claudia es que hoy estoy cumpliendo años y quiero que Andreita me acompañe a tomar un café, su compañía es el mejor regalo”. Cuando regresaron, Andrés la dejó en la puerta de la casa y me agradeció y felicitó porque tenía una niña muy bonita y educada. Sinceramente hasta ese momento no lograba entender que pasaba. Cuándo Andrés se fue le pregunté a mi hija cuéntame porque ese cambio de Andrés contigo. Y ella me contestó así: “Mami, muy simple, para llegar a Andrés no tenía que hacer golpeando su puerta e interrumpirle sus clases de piano. Me dedique a instruirme en la  Biblioteca de música y comencé a leer las biografías de  todos los pianistas famosos tales como: Wolfgang Amadeus Mozart, Ludwig van Beethoven, Frederic Chopin, Franz Listz, entre otros, también escuché sus obras, y mientras recibíamos clases de piano con el Maestro Manfred, conversábamos de todos estos temas y así logré llamar su atención. Le demostré que a pesar de mi edad, también tenía intereses afines a los de él.
Al verlos tocar el piano en un concierto a cuatro manos,  comprendí que el amor puede con todo. Ahora que han pasado los años aún sigo recordando aquel lindo episodio y lo quise plasmar… y compartir con todos.


Autora: Claudia nedelca grueso molina 

Recuerdo Inmortal


Recuerdo Inmortal
  
Desearía poder recordar todos los bellos momentos del pasado, poder escuchar una vez más aquellas agradables sonrisas y revivir aquellas miradas de felicidad; desearía, pero simplemente no puedo hacerlo, la tristeza que desde hace tiempo me ha ido invadiendo, me ha robado la memoria, me ha robado la fuerza y las ganas de vivir.

Ha llegado el momento que siempre temí enfrentar y ahora me encuentro frente al tétrico y profundo abismo, aquel que desde lo lejos me acusaba con la cobardía, me debilitaba con la inmoralidad y me asfixiaba con la maldad; ahora, su oscuridad me escarnece, su lúgubre forma me incita a dar un paso más, me incita a dar fin a una senda de rencor y sufrimiento. A veces quisiera dar ese último paso y que mi ser cayera en el espeso negro de la nada y su corrompida forma devorara la esencia de mi maltrecha y pobre alma; es verdad, a veces he considerado hacerlo, cansado de esta existencia sin significado, de esta realidad a la que no pertenezco, cansado de la maldita soledad en la que me dejaste, cansado de este único recuerdo que la tristeza no pudo arrebatarme, el recuerdo despiadado de tu muerte. Esta es mi horrible agonía, un recuerdo que se hizo fuerte e inmortal frente a mis debilidades, una vida desgarrada por el dolor y la injusticia, un amor asesinado por el odio, una ilusión destrozada por la mentira.

Mis lágrimas caen silenciosas sacrificándose por mi tormento, en tanto que la angustiante voz del abismo no cesa de incitarme, queriendo arrastrarme a la perdición, queriendo arrancar de mí el último vestigio de existencia. Pero mis lágrimas no pueden borrar el dolor y el tormento seguirá hiriendo mi corazón; no creo ser tan fuerte como para resistir más esta detestable situación, debo decidirme y dar este último paso y perderme en el silencio de la muerte, descansando así de todas las cosas que carecen de sentido, olvidando entonces para siempre este único recuerdo.

He intentado dar el paso pero algo me ha detenido, al sentirse vencedor el abismo a cayado su voz y un silencio gigantesco se ha apoderado de la escena; este silencio es tan denso que puedo verlo y palparlo, es tan fuerte que pareciera que nunca hubiese conocido sonido alguno, es tan sublime que me ha permitido ver en mi interior. Hay algo en mí aparte de un simple recuerdo, son mis sueños que se han fusionado con los tuyos, son la ilusión que aunque débil ha sobrevivido desde el momento en que me dejaste, resguardada entre las heridas de mi alma, oculta para que yo mismo en mi momento de sufrimiento no pudiese lastimarla. Ahora entiendo, era ella quien no quería que te olvidara, era ella quien luchaba aunque la tristeza vehemente hubiese tomado el control, era ella quien resistía esperando a que yo pudiera observarla, eras tú, era tu amor, viviendo más allá de las evocaciones.

La vida aún carece de significado, la realidad aún parece no ser mi realidad, pero he decidido no morir, aunque la oscuridad y el sufrimiento sigan buscando mi caída. Una nueva razón para existir me ha sido mostrada y en el glorioso silencio en que he sido rescatado, mantendré tu silueta, mantendré tu sonrisa, tu voz y tu mirada, mantendré esta ilusión que alumbrará mi camino, aunque la noche obstinada se niegue a dejarme, seguiré avanzando sin que una lágrima más sea derramada.



William Yessid Beltrán

San José de Cucuta - Colombia

AMOR ENFERMO


AMOR ENFERMO

-      ¡Estoy enamorado! – le digo a Cristian haciéndole un pequeño suspiro.
-      ¿De quién? – me pregunto haciéndome un gesto extraño.
-      ¡De Lina! – le digo – no sé que me paso, pero la estoy amando.
-      Pero Alex, sabes que ella es una mujer de no confiar.
-      Eso no importa, yo sé que ella también me quiere, aunque no me lo ha dicho, pero su mirada me lo dice todo.
-      No se Alex, meda mala espina que se haga la difícil.
-      De pronto cambio, ya no es la de antes... todos cambian a la medida que uno madura, en fin, voy hacer todo lo posible para que sea mi novia.
Le llevaba flores, la invitaba cine, le escribía cartas de amor, le dedicaba canciones, hacia todo para conquistarla. Fueron meses muy sufridas, soñaba que algún día me regalara un beso, es tan bonita, tan afable. No se imaginan lo que siento aquí adentro y sé que ella también siente lo mismo. A veces la siento muy distante, ella no es así, ella es la más alegre de toda la ciudad, muero por acariciarla, amarla y hacerla muy feliz.
-      ¿Porque me esquivas cuando te hablo, dime qué te pasa, Lina?
-      No me pasa nada, solo no quiero hablar contigo... por favor déjame en paz.
-      ¿Porque?, déjate querer, sabes que daría todo por ti.
-      No me digas eso, por favor vete... ya no quiero hablar contigo.
-       Estoy sufriendo, me duele tu rechazo, Lina.
-      No me hagas esto Alex, no me lo pongas más difícil...
-      ¿Por qué no, dame una explicación?
-      No te lo puedo decir... ¡vete!, y no me jodas más.
No soportaba que me rechazara, se fue rápidamente dejándome ahí, desolado... hablando conmigo mismo, sintiendo el desprecio, lo único que quería era una mirada de ella, con amor. Esta atracción hacia ella no la puedo controlar, me la imagino besándome, diciéndome que me ama, que daría la vida por mí. No sé qué hacer, ya hice todo lo posible para poder conquistarla, ya ni como, me la paso pensando en ella... repito su nombre una y otra vez.
-      Quiero hablar contigo, Alex – me dice Lina con la voz queda.
-      Ahora si quieres hablar conmigo, las vueltas que da la vida.
-      Escúchame Alex, tu amigo Cristian me conto lo que estas sufriendo por mi culpa.
-      Mi buen a migo Cristian, tan chismoso como siempre.
-      No quiero que sufras más, entonces voy aceptar tu invitación pero primero tengo que decirte algo.
-      Estas hablando en serio, por fin se me hizo... dime lo que quieras.
-      Ahora no, ven a mi casa a las nueve y te lo diré, después de eso, ¡veremos qué pasa!
-      ¡Puntualmente estaré ahí!
Fui al apartamento y empecé a cantar mientras me duchaba, nunca me había sentido tan feliz, me empezaba imaginar con sus besos tibios, mirándome con ternura, cogiéndome la mano y andar por las calles contando chuscadas, verla por siempre reír. Son las nueve y ya estaba listo, es una hermosa noche.
-      Me eche el mejor perfume para ti – le digo a Lina invadido de alegría.
-      ¡Qué bien! – me contesto fría.
-      ¿Qué pasa, porque tienes esa cara?
-      Yo te amo, pero no podemos estar juntos.
-      No te entiendo...
-      Lo siento Alex, debes saberlo y ya no sufrirás mas por mí.
Bajo la cabeza y luego la volvió a subir mirándome con ternura, lo que siempre soñé, pero poco a poco sus ojos se llenaron de lágrimas, empezó a mover sus labios y vi como temblaban, me acaricio el rostro...
-      Que me quieres decir, ¡habla!, me asustas.
-      ¡Tengo SIDA! – me dijo.


AUTOR: Yovani Tutinas

CIUDAD: Santander  de Quilichao (Cauca

LA BRUJULA DE TU AMOR


DERK: Estrella…Te pido que me conduzcas a donde Magia Rosa. Por favor.

SILENCIO

ESTRELLA: Ella te ha escuchado. Puedes hablarle.
DERK: Mujer hermosa, te doy mi amor y quiero ser parte de tu mundo. Déjame estar junto a ti.
MAGIA ROSA: (Invisible e interiormente) DerK… te escucho, pues, yo también estoy ilusionada con tu amor. Pronto serás más hermoso.

SILENCIO

DESPUES DE UNOS SEGUNDOS DERK SE DIRIGE A LA CASA DE SU AMIGO GEORGE.

GEORGE: Bienvenido a bordo. ¡Marineros a  la derecha!
DERK: Hola. Gusto en verte
GEORGE: Sigue… Siéntate
DERK: Gracias
GEORGE: Dime ¿Qué te trae por acá?
DERK: Quiero que hagamos una obra de teatro en donde pueda compartir con el público la experiencia de haber conocido a una mujer hermosa llamada Magia Rosa.
GEORGE: Bueno. De acuerdo. Te apoyo. Cuando hayas terminado el guión me avisas para ponerla en escena. ¿De acuerdo?
DERK: De acuerdo. Gracias. Cuídate. Adiós
GEORGE: ¡Estrellas! Sigan alumbrando el camino de mi amigo

  
DESPUES DE UN MES EN EL TEATRO Y POR LA NOCHE

DERK ESTA EN EL ESCENARIO REPRESENTANDO SU MISMO GUION


DERK: Escúchenme presencias celestiales. Me encontré con Magia Rosa y me pidió que viniera aquí.

DERK RECONOCE A MAGIA ROSA EN EL PUBLICO
DERK: Oh. Magia Rosa está en el público.


DERK SE DESPLOMA Y SU AMIGO BETO CORRE A AUXILIARLO


BETO: Reacciona amigo

GEORGE SE ACERCA

GEORGE: (A Beto) Probablemente Derk esté junto a Magia Rosa comiendo helados o recorriendo otros lugares.

  
Nombre: Leivy Katherine Mesa E.

Popayán

M....


M

En Esta mañana de ayer, voy por las calles creyendo que los muertos están en sus terrazas. No imagino otro lugar más cerca del cielo y el infierno. Un paraíso más terrenal que las terrazas del centro. Esas que uno ve por la trece llegando a la décima.  Las veo día a día esperando verte ahí M. Lo hago porque eso me obliga. Lo hago porque si logro verte pues mejor y me muero de una vez. Siempre he querido y al fin he decidido hacerlo. Se me acabo esa simplicidad de solo ver tetas andantes en la 13, porque necesito andar inventándote en las terrazas repletas de ratas: son tanto y más sinceras que esos hipócritas zaguanes…

En Este mediodía de ayer, no quiero morirme, pues pienso que los cementerios son muy fríos; y como cosa rara en mí, necesito un poco de sol. ¡M,  no quiero morirme aun,    me aterraría aburrirte en la eternidad! Necesito leer para contarte más cosas   ese tiempo. Es que yo a ti te dije M, que la eternidad es mucho y toca morirse en una buena época ¡M te moriste muy joven! y no debes tener mucho qué contarle a esos muertitos miserables. M cuando me veas dirás: “Ey tu Don D. ¡Qué gordo y viejo te has puesto!”. Pero yo te digo: la vejez no es algo tan real cuando mueres a los 16 años, esa edad es como andar borracho a toda hora. Todavía no nos veremos, porque no me he tomado el café que alguna vez te conté. Ese con dos chorros de Brandy y una rodaja de lamentos. Aún no encuentro el brandy. En cambio, los lamentos están de a bultos en esta ciudad...

En Esta tarde de ayer, pensé que ya era hora de salir a correr desnudo, porque yo sé que todos quieren eso, pero para mí no existe tal certeza. M tú nunca lo quisiste… Me siento impulsado a tirarle alguna roca en la cabeza a una monja y correr mientras escupo improperios a la vida. Me dan ganas de beberme todo lo que esta tarde de ayer quiera darme, de robarle un beso eterno a cualquier estúpida buenona que atraviese la Plaza de Bolívar o el Parque Rafael Pombo, a una de esas chicas que usan la cabeza solo para separar las orejas, y luego de besarla, encontrarme con la expresión de shock en su rostro, continuado por un buen golpe en las huevas… ¡y es que tengo ganas de que me las golpeen!, para ver si me salgo de este sueño, de este letargo eterno del que solo me sacan unos tragos. O de pronto no es que me saquen de él. Puede ser que me lo cambian por un rato. En esta tarde de ayer no me haces falta M, sin embargo, me hace falta vivir un poco, para morir tranquilo...

En Esta noche de ayer M, Cumplo 19 Noches con el mismo día y el mismo mes. También cumplo 953 noches con sus respectivas mañanas y tardes, recordándote, y pienso que me estoy cansando de hacerlo. Pienso que esa terraza de la 13 con 10ª me está pensando mucho a mí y quiere vernos a los dos M. creo además, que si llegas y nos encontramos, sería muy serio. Debería llevarte un presente. Flores no, porque para cosas marchitas nos tenemos el uno al otro… En Esta noche de ayer, tu recuerdo me sabe como a quipitos con Pepsi. Dulce e inmediatamente empalagoso. En esta noche de ayer no sé qué hacer con mi cabeza pues tengo tanto pelo, que seguramente se me enrollará en los sesos. En esta noche de ayer, deseo gritar que amo la vida y que me importan todos, que lucharé por ustedes a ver si de esa manera al fin me pegan un tiro y nos vemos en esa terraza M. Entonces yo te preguntaré lo que nunca te pregunté. Tú me responderás algo que me deje intrigado… fumamos M,  gozamos  de esa terraza, me presentas a tus miserables amigos muertitos, yo me rio de lo viejos y gordos que están. Disfruto sus risas, porque, al igual que quienes viven, los muertitos son estúpidos. Me preguntan por el mundo. Es que ellos desde la terraza lo ven, sin entenderlo. Y yo propongo: mejor hagamos un mundo en esta terraza, porque esa gente ya no importa, a mí me dejan con M, y Uds. se pueden ir al infierno... M quedémonos juntos en esa terraza, e intentar ver si de pronto entre “charla y charla”, tenemos la suerte de que nos cague una paloma...

David Coronado Ospina 
Bogotá.

UNA    CAMISA   DE    DOCTOR

Camilo era un niño que padecía desde su muy temprana edad quebrantos de salud, casi siempre lo atacaban unos fuertes espasmos y dolores de barriga. Su madre, la de Camilo, lo llevaba con mucha frecuencia al médico para que le examinara la barriguita.
Mucho trabajo costaba llevar a Camilo al médico, no había plata, el dinero era muy difícil de ser conseguido, al menos, para la mamá de Camilo; ese niño no tenía papá, él vivía pero era como si estuviera muerto. Doña Rufina la progenitora de Camilo, se ponía muy triste porque a causa de la brega que la vida le brindaba y de los sufrimientos por el quejambre de su niño, los chavos que conseguía para darle de comer a sus otros tres hijos los gastaba en los pasajes para llegar a la Gran Ciudad, pagarle al médico y comprarle los medicamentos a Camilo. Cuando el dinero brillaba por su ausencia, había que embadurnarle la barriga a Camilo con cebolla y ajo machacado, porque esos fuertes dolores en el estómago al parecer eran provocados por parásitos que le hacían la vida muy tortuosa a ese muchachito que de sobremesa tenía una hernia umbilical.
¿De dónde era Camilo? Él nació y vivía en una vereda llamada El Alto Del Palo, pero, ¡ah palo que si recibió! ¿Quiere que le cuente un cuento? Cómo le parece que doña Rufina parió a Camilo en casa de una comadrona muy caritativa de nombre Ana Cruz, ella le dio posada a doña Rufina cuando la echaron de casa por tener a  Camilo adentro, o sea en el vientre.
Camilo es del año upa, nació en el siglo XX por allá en el 65.Lo curioso del cuento que les estoy contando es que Camilo de tanto ir al médico se enamoró. Él no se enamoró de una enfermera, ni de las niñas que conoció en el hospital, se enamoró de la camisa del doctor. Camilo decía que cuando fuera grande se iba a comprar una camisa de doctor; en una ocasión él le dijo a su mamá que le comprara una camisa de doctor y ella le contestó: no tengo pà darte de comer, ni pà comprarte zapatos, ¿ te voy a comprar una camisa de doctor? ¿ no ves que eso cuesta un infierno de plata? ¿ no te has colocado a pensar que esa camisa tan bonita cuesta un dineral?, el niño le dijo: no se enoje mamita,
estese tranquila , ¿ oyó?, cuando yo sea grande me voy a comprar una camisa de doctor.

Camilo estaba creciendo obsesionado con la idea de tener una camisa de doctor. Él no tenía madrina pero si tenía “padrino” que a la vez era tío  como una especie de tío-padrino; pobre Camilo su tío-padrino nunca lo participó ni de un bombón, lo llevaba como marrano en bicicleta, mejor dicho, lo llevaba mal. La inocencia de Camilo no le permitía olfatear eso. Cuando  el tío-padrino que había llegado de visita con las manos vacías se iba, Camilo maliciosamente para no ser descubierto por doña Rufina salía corriendo a alcanzarlo y con llanto en su rostro le decía que le comprara una camisa de doctor, argumentaba que su mamá no tenía plata pà comprarla, el tío-padrino lo consolaba diciéndole: no llore mijo, cuando yo vuelva le traigo su camisa de doctor. El tío-padrino se iba y volvía y siempre se le olvidaba esa camisa de doctor. En una ocasión llegó de visita a la vereda el tio-padrino de Camilo, y cuando aquel se fue sus amiguitos lo estaban esperando muy ansiosos en la cancha de fútbol y al verlo acercarse con su cara llena de tristeza y melancolía, extremadamente cariacontecido, uno de ellos exclamó: ¿ ¡otra vez a tu padrino se le olvidó esa camisa de doctor!? Otro amiguito comentó: uno acá en El Alto Del Palo como que disfruta más de las naranjas, las guayabas, las guabas, los mangos y de los besos que no le ha dado a la niña que uno cree que  va a ser su novia… que de las riquezas y promesas del padrino. Leimer Papando, otro niño amigo de Camilo, el mismo que una vez le dijera “solo pantalón” tenía un despiadado resfriado y en ese instante lo agarró una tremenda tos y aprovechó su situación adversa para arrojarle luces al asunto en discusión  y dijo: uno a veces como que disfruta más del aaaachiii, el orgasmo de la gripa (estor nudo) que de los regalos que el padrino dice que va a dar, ¿ciertooo? todos rieron y con ellos hasta Camilo dejando a un lado su amargura también rió.
Lo cierto es que de parte del tío-padrino de  Camilo, él nunca obtuvo esa camisa de doctor.
Camilo creció, se hizo hombre, se casó, su esposa le tuvo muchos hijos y también trabajó pero la plata nunca le alcanzó, para comprar esa camisa de doctor.
Un día no cualquiera, era un día especial, en una fecha especial…Camilo estaba de cumpleaños-ya lejos de su juventud- estaba listo para salir a hacer una diligencia personal; lucía un pantalón de diablo fuerte color azul, zapatos negros de charol y una camisa que no era una camisa de doctor. Ya se iba, tenía el maletín en la mano, cuando sorpresivamente entró una de sus dos hijas al cuarto y le dice: feliz cumpleaños papi y le entregó una bolsa. Él agradece el gesto y nerviosamente la destapa, al ver su contenido sus ojos se querían salir de orbita. De inmediato su mente empezó a divagar y viajó en el espacio  y en el tiempo para trasladarse a sus días de niño con toda su carga emocional de dolor encima. Deseos frustrados, sueños fallidos, anhelos no cumplidos, todos esos recuerdos angustiosos del ayer, estaban frente a él, mientras levitaba. Tal como era de pequeño en ese entonces, se veía Camilo adulto frente a Camilo niño, por su mente pasaban escenas como si fueran unas fotografías, podía ver con claridad meridiana a sus doctores, a doña Rufina enojada por su incapacidad de no poder comprar esa camisa de doctor, a su tío-padrino y también estaban frente a él sus amiguitos burle teros en tertulia lastimera porque a sus manos no llegaba esa camisa lujosa, la camisa de doctor.
Cuando vuelve en sí, se da cuenta que la bolsa está en el suelo, el impacto emocional hizo que se le cayera de las manos, la recoge, se quita la camisa que lleva puesta  y se coloca su guayabera, blanca-blanca como las más blanca nieve, como el blanco de las flores de lirio o como la blancura de  las más bellas flores de azucena. De inmediato se ubica frente al espejo, se ve muy guapo, tan guapo como quiso verse hace más de cuarenta años…vive un momento agridulce, sus ojos están llenos de lágrimas y  compungidamente se pone a llorar. Seca sus lágrimas y sale de la casa y se va luciendo su camisa de doctor.
¡Qué feliz coincidencia! Ese mismo día de cumpleaños, aquel señor que cuando era muchachito a Camilo en una discusión le gritara ¡solo pantalón! con su guayabera lo vio…se fue enseguida a abrazarlo y con voz quebrada le dijo: más vale tarde que nunca, por fin se cumplió tu sueño que también fue nuestro sueño, te ves muy guapo, muy elegante, disfruta tu camisa que tanto dolor te costó. Leimer Papando se despidió de Camilo y se fue muy entusiasmado y para sí mismo pensó: como acorrala el toro al torero en el burladero, de la misma manera la vida a Camilo acorraló, pero no importa, satisfechos estaremos todos, ahora que nuestro amigo del alma ya tiene su guayabera de cuatro bolsillos, con bordados muy bonitos, mejor dicho, su camisa de doctor.


“Hay cuentos que parecen historias, historias que parecen cuentos, todo depende de la intencionalidad del autor. Es menester del lector encontrar la esencia de lo que se quiere expresar. Quienes amamos el arte de escribir muchas veces seguimos fielmente los dictados del alma” Danilo.


Jhohana Reyes Mina
Docente
I.E. Jose Maria cordoba