viernes, 4 de noviembre de 2011

NOTAS SONORAS DEL PRIMER AMOR


NOTAS SONORAS DEL PRIMER AMOR

Mi adorada hija Andrea tenía 13 años cuando me manifestó su interés por la música y resolví inscribirla en el Conservatorio de la Facultad de Artes. 
Solía verla en los pasillos del conservatorio corretear como un cabrillo; golpeaba en la puerta del salón de piano y salía corriendo para esconderse en otro salón….esto lo hacía a diario, hasta que un día no aguanté la curiosidad y me di cuenta que golpeaba en donde recibía sus clases de piano el niño más aventajado del Conservatorio.…..llamado Andrés. Recuerdo que el abría la puerta y como no veía a nadie cerraba muy duro e insultaba a los que creía que eran.
Una tarde me encontraba con un grupo de profesores cuando llegó  Andrés y se integró a  conversar con nosotros,  porque a pesar de sus 14 años, el círculo de amistades de Andrés era solo de personas adultas. Cuando vio a mi pequeña hija en los pasillos dijo lo siguiente: “no entiendo porque niñitas como la que va allí, molestan tanto, jamás me fijaría en una niña inmadura, que no sabe nada de los temas de mi interés…la mujer de mis sueños es una mujer  mayor que yo, que sea culta, que sepa mucho de música y de arte..para tener al menos de que conversar, las niñas de ahora solo piensan en la música estruendosa, con letras vulgares que no dicen nada…y además con cabeza hueca…en fin me chocan esas niñitas”.
En la noche cuando llegué a casa a revisar tareas…. Mi hija pintaba un corazón en la última hoja de su cuaderno de matemáticas y dentro de ese corazón escribió el nombre de su amor platónico: Andrés y Andrea. Para que no se hiciera ilusiones le comenté lo que él había dicho en la tarde mientras ella corría en los pasillos. Ella se hizo la que no le importaba lo que le estaba diciendo y siguió realizando sus ejercicios de matemáticas.
A la semana siguiente mi hija me comentó que se había inscrito en otra actividad en las tardes libres y que eran en la Biblioteca de la Facultad de Ciencias Humanas y Sociales, como siempre he confiado en ella no le pregunté de que se trataba. Terminado el primer año lectivo de sus clases de música, llegó la hora de presentar el examen de admisión al instrumento al cual aspiraba, Andrea escogió  piano, pero ella solo quería que su profesor de piano fuera el Maestro Manfred Gerhard, un profesor muy estricto, exigente y de carácter fuerte. A mi niña no le importó eso y presentó su examen de admisión…y finalmente Andrea logró su objetivo y pasó a ser la alumna de Manfred y compañera de clases de Andrés. Por fin podían compartir el mismo salón.
Su adolescencia la pasó entre el colegio, el coro infantil, la lectura y sus clases de piano.
Cierto día golpearon a la puerta de mi casa y me sorprendió mucho  ver a Andrés, el chico aquel que hablaba mal de mi hija, el cual dijo lo siguiente:” Hola Claudia. ¿Se encuentra Andreita? En serio, que no podía creer lo que estaba escuchando…y cuando salió Andrea…lo que estaba viendo. Se saludaron muy cariñosamente y él me dijo: “Claudia es que hoy estoy cumpliendo años y quiero que Andreita me acompañe a tomar un café, su compañía es el mejor regalo”. Cuando regresaron, Andrés la dejó en la puerta de la casa y me agradeció y felicitó porque tenía una niña muy bonita y educada. Sinceramente hasta ese momento no lograba entender que pasaba. Cuándo Andrés se fue le pregunté a mi hija cuéntame porque ese cambio de Andrés contigo. Y ella me contestó así: “Mami, muy simple, para llegar a Andrés no tenía que hacer golpeando su puerta e interrumpirle sus clases de piano. Me dedique a instruirme en la  Biblioteca de música y comencé a leer las biografías de  todos los pianistas famosos tales como: Wolfgang Amadeus Mozart, Ludwig van Beethoven, Frederic Chopin, Franz Listz, entre otros, también escuché sus obras, y mientras recibíamos clases de piano con el Maestro Manfred, conversábamos de todos estos temas y así logré llamar su atención. Le demostré que a pesar de mi edad, también tenía intereses afines a los de él.
Al verlos tocar el piano en un concierto a cuatro manos,  comprendí que el amor puede con todo. Ahora que han pasado los años aún sigo recordando aquel lindo episodio y lo quise plasmar… y compartir con todos.


Autora: Claudia nedelca grueso molina 

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