viernes, 4 de noviembre de 2011

EL LLAMADO DE LA LUNA


EL LLAMADO DE LA LUNA

Era una noche oscura, no había estrellas y solo el faro destellaba luz, mientras que un hombre solo caminaba a tientas en la calle,  sin tener idea del por qué, solo sentía que algo lo llamaba. Absorto solo seguía caminando sin saber el rumbo que tomaban sus pies, hasta que sintió como la brisa marina llenaba todo su ser, entonces alzo la mirada y un gran destello de luz lo dejo cegado por un momento y fue en ese justo momento que la vio, era una mujer  que con solo mirarla a los ojos le dejo sin aliento, pues tenían la profundidad del mar, su cabello parecía seda plateada y su sonrisa hechizaba como el canto de una sirena.

Aquel hombre sintió que una gota cálida y húmeda corría en sus mejillas, fue ahí que se dio cuenta que lloraba, cuando reaccionó y busco aquella mujer, noto que ya no estaba. Cuando despertó se encontró en su cama creyendo que todo lo que había pasado esa noche fue un sueño, pero la arena en sus pies y las lágrimas secas eran prueba de lo contrario. Aunque sentía que la necesidad de olvidar todo y continuar su vida, cada noche se repetía la misma historia, el pobre hombre creía volverse loco y comenzaba a sentir algo en su pecho, después  de 2 meses de sentir lo mismo aquel hombre se dio cuenta que se enamoró de aquella mujer que veía todas las noches sin ser capaz de dirigirle la palabra.

Agobiado de no hacer nada y solo contemplarla, una noche seguía caminando sin pensar a donde llegaría, donde lo único que sabía era que iría a encontrarse con su amada. Cuando la vio, corrió tras ella y la abrazo su cuerpo temblaba y su respiración se entrecortaba, le confeso que le amaba, pues ya no resistía más, su pecho estaba a punto de estallar, pero ella desapareció y con un suspiro ahogado solo lloró. Al despertar aquella mañana lo embargo un sentimiento de confusión  y desasosiego, sin embargo no abandono la búsqueda de su amada durante 2 semanas la estuvo buscando esperando que sus pies lo llevaran cada noche donde ella estaba pero no fue así, por un momento perdió la ilusión, pero un día se encontraba caminando por el mercado y aunque el sol brillaba con todo su esplendor la luna se alzaba gloriosa en el cielo. El corazón del pobre hombre dio un salto y sus pies al igual que en la noche cobraron vida al igual que lo hacían en la noche siguiendo su camino, el pecho le dolía y en su mente se dibujaba el rostro de aquella mujer que le había cambiado el mundo en tan solo una noche.

Caminaba agitado, el pulso se le había acelerado, las manos le sudaban y volvió a llorar, la ansiedad lo domino, pero cuando llego aquel lugar lo vio vacío y creyó morir, entonces sintió una mano en su hombro, sus ojos se empañaron por un segundo que le pareció una eternidad, la vio y como un desesperado la abrazo, no había nada que le impidiera confesar nuevamente su amor, pues presentía que esta vez no huiría. Trato de articular las palabras pero con un dedo cayo su boca y pronuncio un simple gracias, el mundo se detuvo por un momento, entonces lloró cual niño inconsolable y ella tomo su blanco vestido para secar sus lágrimas. El beso que jamás espero llego, todo tenía sentido el mundo que se había detenido volvió a girar y entonces susurro; Cuando el Sol y la Luna sean uno, el mar con su manto abrigara a los amantes si su amor es puro, pero si la obsesión insensata es la que les domina el mismo con su fuerza por siempre los ha de separar.
Al abrir sus ojos despertó en su cama con los pies llenos de arena y con las palabras de sus nada aun retumbando en la cabeza, sabía que una gran prueba vendría para los dos si de verdad la amaba, sin embargo sentía miedo, el miedo que se siente de perder a alguien para siempre.
Llegada la noche sabía que había algo diferente, sus pies ya no lo llevaban con ella, pero al ver que la luna se llenaba con la sombra y se tornaba roja sabía lo que pasaba, era su decisión, corrió sin esperar a pensar, solo sabía que si no lo alcanzaba nunca la volvería a ver, llegó a la playa donde la vio por primera vez y allí sentada en la arena se encontraba ella, tomo su mano y dijo te amo y no me importa lo que pase, solo  sé que la eternidad nos espera. El mar abrió un camino por donde caminaron y sus pies nunca tropezaron, una voz se pronunció y les bendijo pues vio que muy dentro de su corazón su amor era puro y sincero. Aun cuentan que por las noches donde aparece la luna la sombra de los amante se ve reflejada y una sonrisa siempre se dibuja para las parejas que aún se aman bajo la cobija que les ofrece la luna.

Jorge Daniel Osorio Márquez
Bucaramanga.


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