Como un libro sin contenido
Con mis manos cubrí mis ojos. Mi corazón se había equivocado, tal vez mi pensamiento le había ganado, aun brotan lágrimas de mis ojos y un nudo en mi garganta me atormenta al tratar de recordarte. Aún recuerdo aquel día en que nos conocimos, tu hermosa sonrisa, tu fija mirada hacia mí; podía sentir el palpitar de tu corazón, pudimos sentir el amor cerca de cerca. Eran dos meses, de estar juntos, nuestro amor parecía intacto, su corazón era mío y el mío era suyo, éramos tal para cual, todo lo compartíamos, todo lo disfrutábamos, éramos dos vidas en una sola, dos corazones dispuestos a luchar contra los obstáculos que en un camino tan pedregoso se podían encontrar. El amor crecía cada vez más.
El tiempo transcurría muy rápido, no sabía si era mi aliado o estaba en mi contra, la situación enredaba mis pensamientos. Llegaba el tiempo en que comencé a enfermar, sin darme cuenta, un dengue hemorrágico acababa mi vida, , sentía dolor y síntomas de aquella enfermedad, pero nada me importaba, porque ella estaba conmigo, ante tal circunstancia salí adelante, parecía que el amor me había curado. El tiempo pasaba, transcurría muy rápido. Llegó un tiempo en que la pobreza y la falta de recursos se apoderaban de aquellas vidas, la situación llevo a alejarme un tiempo de aquella persona a quien tanto amaba, la labor con la que fui a desempeñarme no era la mejor, pero el desespero por lograr un mejor bienestar me obligaba a hacerlo. El tiempo ayudo a superar tal crisis y el deseo de encontrarme con Daniela aumentaba. Por ello me encamine a regresar. Sentía gran alborozo, era un año, ya un año sin mirarla, corrí a su casa con el anhelo de mirarle y observar una sonrisa suya. Ahí estabas, “esos ojitos nunca los olvidaría”, dije en mi pensamiento, te abracé, mi corazón palpitaba, De repente, me gritas, no me miras a los ojos, algo que nunca pensé de ti, todo fue tan de repente, pero el amor que yo sentía hizo que olvidara tal suceso, ¿Qué pasa Dani? Pregunté muy afablemente, su mirada había cambiado, observe en su rostro una niña totalmente distinta, ya no era aquella persona de quien me había enamorado. Mi corazón se empezaba a lastimar, Los escalones que un día obtuvimos juntos emprendían su marcha atrás.
Todo aquello empezaba a desaparecer. Mis días se empezaban a volver grises, te habías convertido en otra persona, ya no hablaba conmigo, había perdido confianza, le notaba muy sola y callada. Pero tenía que llegar aquel día, el día en que me miraste a los ojos, me dijiste ¡vete!, sus palabras fueron bastas para entender sus sentimientos, la llama de su corazón se había apagado, mi corazón se partía en mil pedacitos, mis lágrimas salieron de mis ojos como un furioso rio que rompe una represa. Caí en llanto, no sabía cuál era tu razón para estar así, cuál era la razón de que tu comportamiento fuese aquel, Mis palabras fueron muy cortas aquel día, “adiós”, salí a correr como un loco sin horizonte. Llegaba a mi casa no hacía más que llorar, no podía entenderlo, pero me había enamorado, alguien había robado mi vida.
Mi corazón me dominaba, Salí a buscarte de nuevo, llegue a tu casa, un hombre con más dinero al parecer, salió a la puerta. Me equivoque de casa conteste y Salí a refugiarme en medio de la soledad y el llanto, no podía creer que tan rápido me hubiese olvidado. No había más explicaciones. Ahora, Todo lo que vivimos juntos lo podemos encontrar en un libro sin contenido; pasaban los días, convertidos en semanas, era ya un año de aquel momento.
Era un 22 de septiembre, sí, lo recuerdo como si fuera hoy, pasaba por su casa y había una gran multitud reunida alrededor, una hoja seca rozó por mi cara, pregunte cual era el motivo de todo aquello, doña Mariana la madre de Daniela, contesto llorando: te fuiste y la dejaste sola, ahora se ha ido. Me quedé en silencio, y trataba de saber lo que le había sucedido, la respuesta era sencilla, mientras aquel tiempo en que me alejé de ella, enfermó, no sabía nada de ello, Daniela decidió apartarse de mí, porque no quería verme sufrir. ¿Y quién era aquel hombre que salió a la puerta cuando fui a buscar a Daniela? Pregunté muy angustiado, Era el doctor, contesto su madre, estaba aquí ayudándole con su tratamiento contra el cáncer. La depresión acabo de ella. Me sentí el hombre más vacío del mundo, sentí que el error era de mi parte, aquel libro sin contenido, volvía a abrirse para recordarme la equivocación que tuve, un error tan grande. Ya no había marcha atrás, su muerte era mi culpa, su soledad y depresión las había ocasionado yo. Mis malos pensamientos le habían ganado la batalla al amor.
DATOS
NOMBRE: JUAN PABLO ROSERO ESPAÑA
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