Mujer soñada
Cruzó la calle y allí estaba. Era la mujer que había aparecido en su sueño: el mismo pelo ensortijado, esas pestañas que cortaban el viento como flechas negras, y que había visto decenas de veces mientras dormía.
El hombre, nervioso ante la aparición, ensayó cada palabra que iba a pronunciarle, y se situó detrás de ella, como una sombra. El pelo giró violentamente, sus dedos atraparon con fuerza su bastón, y el hombre en un acto arriesgado le calentó las manos. Las pestañas inverosímiles soltaron una caricia de abanico, la mujer sonrió con unos dientes que el hombre jamás había visto, ni en sus sueños, y entonces ella tuvo la certeza de que aquel hombre le ayudaría a cruzar la calle.
María Paz Ruiz Gil
Bogotá
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