viernes, 4 de noviembre de 2011

Somos polos opuestos


Somos polos opuestos

Despues de que me deje de ver con M., empezaron mis preocupaciones alrededor del amor, esto significaba pasar largas noches sin conciliar el sueño, con el fin de acordar algo entre la razón y la emoción. En esta vía, exploraba en mis recuerdos alguna explicación sobre lo que nos había sucedido, por lo cual me negaba a pensar que esta relación habría de terminar. A saber, tanto el  silencio, como la ausencia eran cómplices de sostener una relación que estaba pendiendo de un hilo. Cabe decir una relación que pasó bruscamente de los sueños a las pesadillas. Por otro lado, M. era la mujer que me desvelaba, la cual solía tener una respuesta ante cualquier interrogante, tenia la capacidad de ir de la ternura a la razón, es decir que ella sabia adormecerte con un beso y ponerte en jaque con alguna de sus preguntas. De manera que M. era de esas mujeres interesantes que lograban fusionar un sin número de cualidades en un mismo molde. No obstante, la pareja es de dos y esos dos no siempre caminan en el mismo sentido.
En consecuencia, M. tenia muy clara su visión del amor, la cual distaba las mas de las veces con la mía, esto lo confirme el día que dijo “nosotros somos polos opuestos”, lo cual era cierto pero me negaba ha aceptarlo. En contraste, buscaba la manera de acortar las distancias entre ambos y le decía que el amor es la búsqueda de nuestra parte faltante en el otro, lo cual no terminaba de convencerla.
Posteriormente, vinieron discusiones y evasivas que hicieron que la relación se acabara poco a poco. Ella argumentaba haber viajado ha otra ciudad y yo estar de visita donde unos familiares, ambas eran excusas para no afrontar los problemas de la relación. En otro sentido, M. estaba intacta en mi mente; recordaba su voz, su sonrisa, incluso las palabras que tanto me hacían daño. En efecto, nunca sabré si a ella le acontecía lo mismo, solo se que despues de un tiempo sonó el teléfono y era ella, la misma que sin saludar me recibía con un “tenemos que hablar”, el cual traduje con una pregunta ¿todavía me amas?, yo me moría por verla y sí aún sentía demasiado por M., me emocionaba saber si ella sentía algo por mi, pero me aterrara la idea de no volverla a ver.
Luego, me encontré con M., la cual estaba callada y sin muchos ánimos de hablar y yo estaba angustiado. También, intentaba pensar en una manera de controlarme, lo cual solo sirvió para angustiarme más. Igualmente,  M. parecía una perfecta desconocida, nunca la había visto asustada. En suma, la escena era para mi desconocida y me iba resignando a que sucediera lo que tanto temía, pero la  frase que esperaba nunca llego. Acto seguido, M. dijo “yo tengo un pasado doloroso”, lo cual se podria traducir en “tengo muchos temores”, asi como en múltiples sentidos, solo que ese era el que consideraba mas apropiado para entender lo que ella me decía. De tal forma que la situación se presto para replantear la relación. De hecho en un momento de la conversación con M.,  esta parecía una psicóloga de la televisión, la cual resuelve las dificultades de la vida, con el fortalecimiento de algo intangible que se tiene débil ó disminuido. En otras palabras, con la cura de algo que no se ve, por ej. El alma.
Finalmente, se me ocurrió algo que al parecer esperaba M., ya qué M. solo podía hablar y yo solo quería besarla y abrazarla, por lo cual me propuse desarmarla con un acto simple y espontaneo. Entonces, me acerque rápidamente pero si mucha fuerza a sus labios y le bese suavemente, lo cual acompañe con un abrazo fuerte, el cual fue poco a poco correspondido y seguido por un comentario de M.; “esperaba que hicieras algo como esto”. Este pequeño gesto dibujo una sonrisa en mi rostro y en el de M., sin embargo, esta es una experiencia que no se agota con narrativas, ya qué esta imagen solo podrá inmortalizarse en la mente de quienes se atrevan a vivir las vicisitudes del amor. 

Autor: William Andrés Pinilla Valbuena
Cali

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