viernes, 4 de noviembre de 2011

M....


M

En Esta mañana de ayer, voy por las calles creyendo que los muertos están en sus terrazas. No imagino otro lugar más cerca del cielo y el infierno. Un paraíso más terrenal que las terrazas del centro. Esas que uno ve por la trece llegando a la décima.  Las veo día a día esperando verte ahí M. Lo hago porque eso me obliga. Lo hago porque si logro verte pues mejor y me muero de una vez. Siempre he querido y al fin he decidido hacerlo. Se me acabo esa simplicidad de solo ver tetas andantes en la 13, porque necesito andar inventándote en las terrazas repletas de ratas: son tanto y más sinceras que esos hipócritas zaguanes…

En Este mediodía de ayer, no quiero morirme, pues pienso que los cementerios son muy fríos; y como cosa rara en mí, necesito un poco de sol. ¡M,  no quiero morirme aun,    me aterraría aburrirte en la eternidad! Necesito leer para contarte más cosas   ese tiempo. Es que yo a ti te dije M, que la eternidad es mucho y toca morirse en una buena época ¡M te moriste muy joven! y no debes tener mucho qué contarle a esos muertitos miserables. M cuando me veas dirás: “Ey tu Don D. ¡Qué gordo y viejo te has puesto!”. Pero yo te digo: la vejez no es algo tan real cuando mueres a los 16 años, esa edad es como andar borracho a toda hora. Todavía no nos veremos, porque no me he tomado el café que alguna vez te conté. Ese con dos chorros de Brandy y una rodaja de lamentos. Aún no encuentro el brandy. En cambio, los lamentos están de a bultos en esta ciudad...

En Esta tarde de ayer, pensé que ya era hora de salir a correr desnudo, porque yo sé que todos quieren eso, pero para mí no existe tal certeza. M tú nunca lo quisiste… Me siento impulsado a tirarle alguna roca en la cabeza a una monja y correr mientras escupo improperios a la vida. Me dan ganas de beberme todo lo que esta tarde de ayer quiera darme, de robarle un beso eterno a cualquier estúpida buenona que atraviese la Plaza de Bolívar o el Parque Rafael Pombo, a una de esas chicas que usan la cabeza solo para separar las orejas, y luego de besarla, encontrarme con la expresión de shock en su rostro, continuado por un buen golpe en las huevas… ¡y es que tengo ganas de que me las golpeen!, para ver si me salgo de este sueño, de este letargo eterno del que solo me sacan unos tragos. O de pronto no es que me saquen de él. Puede ser que me lo cambian por un rato. En esta tarde de ayer no me haces falta M, sin embargo, me hace falta vivir un poco, para morir tranquilo...

En Esta noche de ayer M, Cumplo 19 Noches con el mismo día y el mismo mes. También cumplo 953 noches con sus respectivas mañanas y tardes, recordándote, y pienso que me estoy cansando de hacerlo. Pienso que esa terraza de la 13 con 10ª me está pensando mucho a mí y quiere vernos a los dos M. creo además, que si llegas y nos encontramos, sería muy serio. Debería llevarte un presente. Flores no, porque para cosas marchitas nos tenemos el uno al otro… En Esta noche de ayer, tu recuerdo me sabe como a quipitos con Pepsi. Dulce e inmediatamente empalagoso. En esta noche de ayer no sé qué hacer con mi cabeza pues tengo tanto pelo, que seguramente se me enrollará en los sesos. En esta noche de ayer, deseo gritar que amo la vida y que me importan todos, que lucharé por ustedes a ver si de esa manera al fin me pegan un tiro y nos vemos en esa terraza M. Entonces yo te preguntaré lo que nunca te pregunté. Tú me responderás algo que me deje intrigado… fumamos M,  gozamos  de esa terraza, me presentas a tus miserables amigos muertitos, yo me rio de lo viejos y gordos que están. Disfruto sus risas, porque, al igual que quienes viven, los muertitos son estúpidos. Me preguntan por el mundo. Es que ellos desde la terraza lo ven, sin entenderlo. Y yo propongo: mejor hagamos un mundo en esta terraza, porque esa gente ya no importa, a mí me dejan con M, y Uds. se pueden ir al infierno... M quedémonos juntos en esa terraza, e intentar ver si de pronto entre “charla y charla”, tenemos la suerte de que nos cague una paloma...

David Coronado Ospina 
Bogotá.

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