lunes, 25 de octubre de 2010

la violencia escolar

Las cómodas y curiosas declaraciones de varios rectores de instituciones educativas ubicadas en los 4 puntos cardinales del Área Metropolitana sobre diversos hechos de violencia, abren de nuevo el debate sobre el impacto ético, curricular y pedagógico de la educación que se imparte en muchos centros escolares que se jactan de ser modelos de enseñanza más que de aprendizaje.
“Son riñas callejeras porque los alumnos respetan su colegio”. “Ese hecho delincuencial no compromete a nuestra comunidad educativa porque todo sucedió por fuera de ella”. “Si se hicieran más allanamientos y operativos de desarme, nuestros centros educativos serían verdaderos territorios de paz”. “Los directivos y profesores no se hacen respetar. Aquí lo que hace falta es ‘mano dura’. Tenemos que acabar con tanta permisividad”. “Los manuales de convivencia son letra muerta. Si se hicieran cumplir y se expulsara a los violentos, las cosas cambiarían en nuestra institución”. La lista de explicaciones extraña y (e) alusiva, es variopinta e interminable.
Nuestro flamante MEN con su portafolio de soluciones mágicas y su rutilante staff burocrático de investigadores y consultores, plantea la necesidad de redefinir una nueva práctica cultural y formativa que gire en torno al desarrollo de las “competencias ciudadanas”. Esto implicaría rediseñar un currículo e implementar nuevas estrategias y criterios evaluativos centrados en el aprendizaje significativo y autónomo que respondan a las realidades conflictivas que enfrenta el mundo educativo del siglo XXI, desafíos socioculturales, filosóficos y epistemológicos, más urbanos que rurales, codificados hoy día a través de modelos pedagógicos anacrónicos, estériles e incoherentes.
Estos modelos, como las modas gerenciales, también hacen su fastuoso desfile de pasarela: conceptual, cognitivo, operativo, histórico-cultural, conductista, autogestionador, constructivista, sistémico, neurolingüístico… No es de extrañar pues, que nuestra mirada sobre los fines, principios y valores de la escuela sea tan miope y contradictoria. Faltaría agregar a esto, la cómoda afección por las políticas centralistas y tecnócratas del MEN y los intentos fallidos por hacer un rediseño curricular que termina siendo, como en nuestro caso, un proyecto errátil, costoso, repentinista, banal y descrestador.
Compartir experiencias de liderazgo etopedagógico; entronizar una cultura democrática, participativa y transformativa; desmitificar nuestros mentirosos y formateados índices de cobertura y calidad; dejar de percibir la institución escolar como una burbuja social; articular los Proyectos Educativos Institucionales (PEI) a los Comunitarios (PEC) y revitalizarlos; propugnar por la dignificación y el bienestar del (dis) docente y el respeto por sus libertades y sus derechos; celebrar pactos dialógicos escolares que humanicen y armonicen las relaciones entre los agentes educativos…
Sólo así lograremos que nuestra práctica educativa como criterio de verdad, legitime nuestros imaginarios ciudadanos y pacifistas personales y colectivos.

domingo, 24 de octubre de 2010

LA IGNORANCIA NOS GOBIERNA

Marco Antonio Valencia Calle

Ya lo dijo Bolívar, el hombre se educa primero en la casa, luego en la escuela y después en “la universidad de la vida” donde las dificultades, los obstáculos y los problemas deben enseñar a edificar el alma para servir con honestidad, amor y compromiso a su país.
¿Educamos en la casa? Es fácil decir e indilgar la primera educación a los padres, que a su vez, no tenemos ni idea de cómo criar hijos, porque esa es una asignatura pendiente de orientar por el Estado. Educamos como nos educaron a nosotros –si es que tenemos padres-, y desde lo que ellos nos enseñan, reproducimos el modelo. Padres que nos llenaron la vida de creencias y paradigmas sospechosos, de costumbres amañadas, de miedos insanos. Y lo peor, cada día llegamos a la paternidad más jóvenes. Niños y niñitas que si no son capaces de colocarse un condón, peor van a ser capaces de criar un hijo; que si no son capaces de tener sexo responsable, peor van a tener la responsabilidad de ser papás.
¿Educamos en la escuela? Es fácil endosarles la educación de nuestros hijos a los maestros, que como humanos normales tienen fallas y problemas que dañan en muchos casos la mentalidad del niño reproduciendo seres resentidos y sometidos al silencio, la obediencia y el miedo. El día que El Estado reconozca que la educación es su principal activo, ese día formará maestros para enseñar en “la prosperidad y el éxito”; y le pagará salarios justos a personas que no solo deberían enseñar contenidos, sino valores humanos para un mundo mejor.
¿Hay una universidad de la vida? Es fácil argumentar que la vida enseña. ¿Pero qué enseña? La vida como sistema educativo es injusta, desigual, ingrata y desafortunada. En la sociedad estamos reseñados entre ricos y pobres, entre blancos e indios, entre gentuza y gente, entre “sospechosos” y decentes-, justamente por la reproducción de modelos sin fundamentos. ¿Quiere decir que los que están matriculados en las universidades de los pobres (porque no tienen otra oportunidad) se tienen que graduar de pobres?, ¿y los hijos de papi se van a graduar de..? A este ritmo, esta supuesta universidad va reproduciendo modelos realmente desconcertantes y fraudulentos.
Moldear espíritus para que se salven a sí mismos de las herencias de padres mal-educados no es fácil. Educar para tener responsabilidad con el medio ambiente, la sociedad y la familia no es fácil. Bolívar tenía razón sobre quiénes tenemos la responsabilidad de educar, el problema es que no sabemos cómo. La ignorancia nos gobierna, la misión nos está quedando grande.
Para el escritor Fernando Vallejo, el hombre debería dejar de reproducirse. “Estamos poblando el mundo de más seres mediocres, que no cuidan los animales y con mañas vergonzantes”. ¿Y por qué? Porque los modelos de educación cristiana y capitalista fracasaron y en vez de tener seres civilizados para construir y desarrollar bienestar, tenemos un mundo dañado por gente ignorante e incapaz. El hombre según Vallejo, se alejó de su destino, olvidó la misión en la vida, y se dejó seducir por la vanidad del bienestar consumista, que no es otra cosa que el sometimiento de nuestra mediocridad al egocentrismo para intentar triunfar sobre el otro, como sea y por lo que sea.




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