viernes, 4 de noviembre de 2011

Verla es más barato que drogarme


Verla es más barato que drogarme

-total oscuridad-Cerraba la tarde, y el sol mandaba los últimos rayos del día. Estaba en el último puesto –los de los vagos-. llegó el profesor con un cigarro entre los dedos y una capa de humo saliendo de su enorme nariz; lo tiró al piso, luego escupió por una persiana, y señaló con su dedo índice –tú- dijo- imperativo-.alguien al instante alzó la cabeza. –quizás yo- ; no era a ti quien me dirigía pero ya que alzaste la cabeza puedes leer tu cuento, ponte de pie y alza la voz. Temeroso lo miraba a los ojos, junté los hombros y pasé disimuladamente la mano por mí abultado cabello; entonces sentí todo aquello, los zapatos sucios, el fuerte olor… tragué saliva y empecé con vos flaca:
La noche del jueves, la noche que las nubes negras taparon la luna ¿recuerdas? Esa noche llamé a tu casa, y me dijiste que no querías hablar. Me colgaste el teléfono pero yo insistí. ¿Por qué lo hice? Quería amarte, esa noche quería amarte, esa noche te soñé entre mis sabanas blancas, soñé que estábamos dentro de la pequeña funda de mi almohada y que tu mama ni la mía nos podían joder; soñé que mi piel morena teñía tu piel blanca y que nuestros cuerpos eran uno solo, una sola cosa, donde no existía tiempo; Pero si espacio lo suficiente para estar juntos. ¿Qué más afán que tu ojos? ¿Qué mas soberbia que tenerte? ¿Qué más que desearte y a la vez resignarme que no podre descubrir todo lo que guardan tus figuras? ¿Qué no me podre comer tus hermosas y blancas piernas? ¿Qué no podre ahogarme con tus líquidos?
-alcé la mirada, Sharon me veía; hay una parte en que menciono su nombre si lo hago, La pondré en ridículo, sabe que se trata de ella ¿Qué hacer?
-seguí-
Sharon que más aventura que las letras de tu nombre y que más oscuridad que tu ausencia…   -estallaron en miradas, burlas y aplausos-
Los cachetes níveos de Sharon fueron enrojeciéndose, todos la miraban y me miraban. Sharon echó hacia atrás los cabellos que se posaban en sus ojos; tomó sus libros y sin decir nada se marchó olvidando una lágrima sin sentido en el aire denso. Sentía las miradas todas, absolutamente todas, hasta las que no podía ver. De un impulso eché a correr hacia la puerta sin saber a dónde ir.
-total realidad-aunque oscura también-
Levanté la cabeza, mire a mi alrededor, había humo por todos lados ¿acaso era un incendio? Me levante asustado tratando de huir del sitio. La Sena estaba debajo de la puerta y entonces los recuerdos de hace algunas horas vinieron simultáneamente y se ordenaron en mi mente y comprendí la procedencia del humo. Me tranquilicé; fue una tranquilidad de ojos en el suelo y manos en la cabeza sentada en la cama. ¿Por qué me siento tan mal? ¿Desde cuándo estoy así?-mirando las rayas de las baldosas-pensaba-mañana no iré a la u, me olvidare de todos, hasta de Sharon; estoy cansado de ella, siempre cree tener el control de todo, no cree lo que siento. –quise tomar la libreta-Bah no quiero tomar mi libreta y escribir; escribiría babosadas acerca de Sharon y sus hermosuras… cuanta sequedad hay aquí en este instante, la luz me huye, la veo irse porque yo me alejo.  ¿Será llamarla? –pero dije que la olvidaría-Igual tú dices muchas cosas que no haces ¿qué más da ahora? –pero es obvio que no hay nada que hacer, yo creo en el fondo que le gusto pero… ¿su actuar? Pero entonces ¿nuestras miradas? Recuerdo unas ves, una tarde quizás lluviosa, ella salía ansiosa de la u y se quedó parada bajo un árbol para protegerse del agua, pero la lluvia arreció y no tuvo más donde resguardarse y aparecí yo –casualmente-con un enorme paraguas negro(hurtado de algún preocupado por el inestable clima), a protegerla y si ella quería, cobijarla entre mis largos y delgados brazos; pero me rechazó, prefirió mojarse, prefirió temblar y que se le pusieran morados sus labios escarlatas, dijo que no le parecía, y que no se veía bien que los dos fuésemos en el paraguas. Me habló de que tenía un novio muy celoso; para entonces yo quería estar ciego, nunca le creí que tuviese novio, parecía muy tímida para tenerlo. Pero esto, no parte de solo una obsesión, lo sé, cuando su novio llegó agresivo y grosero en su moto negra de casco blanco, ella al alejarse entre las gotas de agua me miró. Fueron haciéndose las seis, mis pies estaban húmedos y me marché –odio los pies húmedos-
7:30pm. Ya estaba en casa rosando los dedos unos con otros-ya casi secos-. Sonó el teléfono, un número familiar, un número que hacía temblar mi muñeca, un número que aceleraba mi corazón. Que contaba la finitud chusca de mi flaca voluntad.
-haló- dije-
¿Se encuentra René?-preguntó la voz del sueño-de los sueños-
-para que lo necesita, está ocupado-dije-
-está ocupado, dígale que lo llamó Sharon-
-de hecho está ocupado escribiendo sobre usted, en una vieja libreta llena de descripciones-
¿Quiere oír como la describe un sujeto que la ama con amor quimérico?
Dígale mejor que me llame, porque no sé. En estos momentos está en mi mente y no se quiere ir. La figura del el caos de su pelo no se va…-es difícil que alguien así pase desapercibido- dígale que me llame-repitió- me encantaría despreciarlo, así sé que su locura por mi se acrecentará, terminara fumando sus porquerías y soñando cosas que luego las cree realidad… Una voz interior comenzó a resonar ¿era acaso eso de mi que parecía haberse extinto? La mirada de René estaba aun atada a las líneas de las baldosas, sus pies parecían plantados en el suelo, al parecer esa mañana no traía nada nuevo. Seguía esa voz exclamando ¡levántate! ¡Levántate! ¡Ahh!. No la quería obedecer hoy. ¡Levántate!-insistía- comenzó a decir lo mismo que dice mi madre cuando no quiero ir a la u…bueno no queda más; iré a ver a Sharon, es mejor que llamarla, es mejor que recordar sus escenas, es mejor que estar aquí sentado. Verla es más barato que drogarme.-pensé-haciendo algo que parecía una sonrisa no estacional, ya acostumbrada a la lucha diaria de alguien joven que descubrió el cansancio y el sinsentido antes de los veintitantos…


Nombres y apellidos: Roberto Alonso mercado Bermúdez
Cereté.

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