miércoles, 2 de noviembre de 2011

Invisible


Invisible

Valentín se durmió como todas las noches pensando en ella y aquella noche, una como cualquiera salió a buscarla. El alma de Valentín se fue separando lentamente de su cuerpo, primero una mano, luego la otra y paulatinamente se percato de que su cuerpo perdía el control y finalmente se detuvo a observarse a si mismo dormido.
Valentín finalmente salió de la habitación algo temeroso, nunca antes la había dejado sin su cuerpo, previo a cruzar la puerta de su dormitorio, creyó conveniente encender la luz para guiarse en el regreso, la luz de ningún modo se prendió. Valentín salió afanoso. Cruzando el pasillo fue reconociendo los lugares de la casa, el baño, la otra habitación, la cocina y el salón, encontró una ventana abierta y por ella salió.
Camino las calles tratando de recordar los lugares donde la había visto, pregunto por ella pero nadie lo escucho, busco una señal pero nadie siquiera lo vio. Valentín siguió su camino, estaba seguro de encontrar a su amor.
Las horas pasaron y Valentín cansado fue buscando mas despacio, amaneció y en aquella ciudad de ruidos, luces y gente Valentín se extravió. Sin remedio se sentó en el puesto de flores pidiendo por que Luciana regresara. Cuando descubrió el sonido de su voz, cuando levanto sus ojos y la vio, supo que sería capaz de cambiar el mundo y amarla para siempre.
Valentín espero hasta que sintió cerca las manos de Luciana que llenas de flores se confundían con pétalos suaves de colores. Tomándola fuerte en aquel lugar callado, Valentín la abrazo, la beso y le conto de su amor, ella no lo escucho, no lo sintió, ni lo entendió.
Caminando a casa feliz se dio cuenta que volaba, la vio y eso le bastaba. Valentín regreso a buscar su cuerpo, pero aquel día algo ocurrió, ya era de mañana, la luz entraba por la ventana y sonaba el despertador, Valentín nunca se levanto.
Valentín vio su casa y entro, pasó por el corredor, vio la cocina, la habitación, el baño y entro por la puerta de su habitación, Valentín ahora acompañado de sus familiares no tenía salvación, ni la luz, ni el viento, ni los sonidos del día pudieron avisarle, el falleció.
Valentín ya muerto entendió que cuando no somos amados somos invisibles para la otra persona, fue en aquel instante que Valentín realmente murió.

FIN

Nombre del autor: Mainer Esteban Herrera Guerrero

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