Tres cuerpos
Porqué tu falta de recuperación es progresiva, porqué la mejoría no quiere llegar, porqué otros si lo consiguen. Y a pesar de conocer exactamente la imposibilidad que tienes, deseo escribirte.
Momentos, como los que ahora atravesamos nos unen tras el coma, que te hirió y que con el tiempo asumo lentamente.
Nuestra convivencia ha perdido gran parte de su contenido, su suministro de amor, tantas dosis de amistad, de pasión, de compañerismo duermen contigo el sueño del coma. Mi urgencia es que tú salgas de este terrible shock, poder liberarte del limbo en el que estás sumido, por ello trato de suministrarte interés por la vida, probarte, con mis manos en las tuyas, el amor que siento por tu cuerpo dañado. Inerte en un sueño artificial, un cuerpo en el que lucha un anhelante corazón.
Miguel me embeleso en tus ojos atrofiados, inútiles para toda realidad, en tu perfil elegante y en la tristeza de tu rostro. Mientras, articulo frases estimulantes, destinadas a unos oídos que me prometen sordos. Aseguran que lo mejor está aún por llegar, doy las gracias y trato de ser amable con médicos y enfermeras, aunque no sé exactamente que me anuncian, si un avance o una catástrofe. Esto me obliga a multiplicar mi atención por ti aún más, ante el anhelo de una nueva y definitiva fase.
Cada día sueño con un logro conseguido, y no llega, alguna idea que llevar a la práctica, y que te permita escucharme, sentirme cerca; un estímulo para tu cerebro que se encuentra en cero.
Muchos de nuestros órganos ya tienen sustitutos. Corazones, riñones, hígados, prótesis artificiales. Para tu cerebro terminal ¿qué tiene la ciencia, qué bomba vital nos recarga las neuronas perdidas, plenas de experiencias e ilusiones, y las del alma? Ahí dentro, en el encéfalo se nos van adosando los recuerdos pasados, las emociones presentes, y los sentimientos futuros.
Ahora gracias a la escasez de estos reflejos, inevitablemente, quedamos los dos heridos. A nuestros cuerpos los mecía el mismo viento, les calentaba el mismo sol, les velaba la misma noche. Miguel pido para ti una válvula sofisticada, que pueda salvarte, potenciando el esfuerzo de tu cerebro enfermo, que no puede reaccionar.
Recuerdas aquella alquimia que se implantaba en nuestros ojos, tras el impulso agitado de nuestros deseos.
Vivo, y soy esponja seca, sin aire, solo empapada de dolor. Contigo mi vida se había instalado en una burbuja con malla protectora, que tú, día a día construías, para que no callera.
Es tanto lo que deseo tu mejoría, que a veces pienso en esta enfermedad, como si de una dolencia común se tratará. En mis sueños, en mis ilusiones infundadas, te veo curado, saliendo de esta habitación, la 125, después de un año, o de lo que haga falta, con una gran sonrisa en la boca y tu antigua mirada en los ojos, cogidos de la mano dispuestos a comenzar de nuevo, como si tal cosa.
La esperanza riega una y otra vez mis horas secas, mis ideas más áridas.
Miguel ya han pasado cuatro semanas de aquella carta que deposité en tu cartera, dentro del armarito, por la mañana, en tu habitación del hospital y que escribí en ese mismo lugar, empapada en vanas esperanzas.
Hoy camino por estos pasillos de la primera planta, custodiada por nuestros hijos. El equipo médico desea hablar con nosotros, nos han citado a los cuatro en el despacho del director, desean informarnos, acerca de tres pacientes, posibles receptores, que esperan ilusionados nuestra decisión, y un trasplante. Han sido entresacados de una larguísima lista de espera, compuesta por cientos de enfermos terminales, como lo eras tú, hasta hace solo cuatro horas.
Desean nuestra colaboración y tu cuerpo, para hacer de ellos personas nuevas, quieren brindarles el acceso a otra oportunidad, que a ti la vida no te ha ofrecido.
Inevitablemente, hemos quedado destrozados por tanto dolor como tu ausencia nos ha dejado, pero esta energía tan negativa, logra a veces aligerarse, ante el recuerdo de un sueño cumplido, el de tres personas que se han agarrado a la vida, y esta las conduce por el camino más importante de todos los caminos. El largo recorrido de la vida y sus rincones. La suerte los llevó a ti, nosotros te llevamos a ellos, y así vemos cumplido el sueño de saberte conectado y vivo en estos tres cuerpos, ya sanos.
Calamanda Nevado Cerro
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