EL LABERINTO DEL AMOR
En las mañanas de domingo, como es común, el tráfico es más reducido que de costumbre, Naty y Pablo caminan por la ciudad, no tienen nada que decirse pero se conocen lo suficiente para soportar el silencio e incluso compartirlo y disfrutarlo. Siempre han sido personas de pocas palabras, por ello fue muy duro al comienzo de su relación, hasta lograr por fin descubrir que el silencio del otro no podía estar más lejos del deseo de alejarse. Pasan frente a un café abarrotado de gente, y Naty evoca la cafetería de su universidad, donde frecuentemente cruzaban sus caminos cuando aun no merecían llamarse amigos, recuerda cómo Pablo hacía esfuerzos increíbles para entablar una charla con ella e interpretaba su silencio como aburrimiento, él rehuía su mirada constantemente, hacía gestos exagerados con su rostro y manoteaba emocionado, tuvo que pasar mucho tiempo antes de descubrir que esa forma de comportarse se debía a que la quería, sólo Naty podía saber ese secreto de sus gestos a pesar de que él nunca se lo hubiera dicho, así pasa cuando dos personas se conocen tanto, las palabras pasan a un segundo plano, los cuerpos toman su lugar y cada gesto adquiere un significado que sin querer comienza a develar los secretos más profundos, ya no hay que esforzarse tanto por expresar, incluso el otro puede saber antes que nosotros mismos lo que pasa por nuestras mentes y emociones. Ahora se encuentran frente al Parque Nacional, sobre la Avenida sexta, ella entra, él se detiene en la puerta, Naty continúa sola unos cuantos pasos y se hace entonces la pregunta que nunca ha podido evitar: ¿Por qué ya no me ama? Sus pensamientos son interrumpidos por la voz de Pablo, quien a unos cuantos metros atrás habla con una mujer, rehúye la mirada constantemente, hace gestos exagerados con su rostro y manotea emocionado.
Nombre: Carlos Andrés Arcila Porras
No hay comentarios:
Publicar un comentario