CITA CON TERCEROS
Tras salir de la ducha, Susana humectó su cuerpo con una crema de aloe. Luego vistió un traje negro, escogido con anterioridad. Empezó a maquillarse sin afán, evitando que los nervios alteraran su pulso. Al finalizar, se levantó del tocador y le preguntó a Gustavo:
— ¿Cómo me veo?
Él contestó desde la cama, dejando el libro que aparentaba leer sobre la mesa auxiliar.
— Entonces vas a ir…
— Sí, claro. Me invitó a cenar. ¿Cómo me veo?
Gustavo respondió usando un tonó casi irónico
— Hermosa… muy hermosa –la miró detenidamente–. ¿Y si él no va?
— Claro que irá. Quiere verme –Respondió ella mirándose en el espejo.
Él observó que una mano de Susana jugaba con el borde del vestido.
— Estás nerviosa.
— Sí. No es porque él me guste. Es más por los recuerdos; el pasado, el noviazgo... Tú lo sabes –dijo ella mientras se aplicaba su perfume habitual.
— ¿Recuerdos?… esto también lo recordarás –La besó con ternura y apreció el olor delicado de su esposa; entonces pensó en el silencio que su salida dejaría en la habitación.
— Sí, pero recordaré más tú cara cuando me veas partir a su encuentro –comentó Susana.
— ¿Te acostarás con él? –preguntó Gustavo sin dejar de abrazarla.
— No. Sólo vamos a cenar y a hablar un poco. Tal vez bailemos.
— ¿Vas a dejarme por ese hombre?
— Sabes que no –ella miró su reloj de pulso.
— ¿Hasta cuándo tendré que aguantarme esto?
— Hasta que dejes de verla –contestó Susana y salió de la habitación.
ZAMIRA LUCERO ROJAS OLAYA
IBAGUE.
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