domingo, 23 de octubre de 2011

Eufemismo del onírico, Un mito escatológico más.



Ayer mientras descaminaba los caminos por lo campos fantásticos de mis pensamientos innatos y arraigados, estérilmente profundos en mi mundo Onírico. Visiones, quizás no tanto visiones, no entiendo porque todo lo extraño y ceñido a nuestra capacidad imaginativa es una visión, todo es real como nuestra imaginación y la música que vuela como el viento esparciendo amor u odio.
Mientras recogía flores, y alzaba la mirada a un cielo pintado de amarillo, la hierba se erigía como los nuevos profetas de El Silencio, de éste nuevo orden del que nada sabemos y mucho soñamos.
Vi mis manos hechas vejez, seniles como la muerte, cuasi sólo hueso y reflejando toda una vida de felicidad y tristeza, la experiencia es vana frente a unas manos hechas polvo.
Cuando deje ve ser estupefacto mis manos largas, con un anillo gris en mi dedo índice y con las uñas pintadas de negro, alcé la mirada y veía aquí y allá unos ojos mirándome desde el más allá amedrentando y atormentando mi cielo perdido en color amarillo, se tornaba gris mi vida y con el gris, mis sentimientos y pensamientos emanaban como el odio de mi piel, deshecha e insana. Ya, cuando mi piel hervía en odio y mutó mi presenté, llenándole de vapor rojo, me vi alegre y joven, la juventud mis pueriles labios gritaban libertad y amor, tocaban con vehemencia el saxofón, afligido o eufórico, colérico o benigno, tocaba exiliando de mi ser a todo, todo aquello que nublaba mi vista.
Tomando un whisky, después de tocar con excitación, y vaciando mi sed, me encuentro una mirada, hierática y taciturna. Escudriñando en su alma me encuentro ipso facto mirándome, mirando a un hombre esperanzado, y lleno de anhelos, pero encima de él, demonios esperando cualquier signo para culminar su tarea.
Con el color de la tristeza cubriendo mi corazón con un manto indeleble, siento un dolor en mi alma que me hace volver a mi inhibición de la realidad.
Pero vuelvo a una realidad ajena yuxtapuesta entre ojos y más ojos, viéndome, con los ojos fijos en mi alma, buscando una fisura, cualquier defecto donde el amor salió con pasión y fulgor, cometí errores, muchos errores, por eso, tus ojos me asesinan con resplandor y oscuridad mi corazón gris.
En mi mundo, enteramente mío, hay cabida para sueños y sueños.
Allí ocurre el más hermoso de todos, sueños con que me amas.

Julián Nicolás Sanabria Rangel. 

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