domingo, 23 de octubre de 2011

EL ROSAL


Me llamo Juan… en este momento que comienzo a escribir esta triste historia escuchando el susurro moribundo del viento al atardecer, una tristeza infinita embarga mi alma por lo que pudo ser…y no fue…tengo en mis manos una hermosa rosa roja, a medida que le voy dando vueltas van siendo bañados uno a uno sus pétalos con mis lagrimas. Mirando con nostalgia hacia el lejano horizonte voy recordando como una despejada mañana de Agosto salí  alegre de mi casa a recibir el sol mañanero como amante de la naturaleza que soy, para dirigirme a la salida del pueblo hacia una pequeña loma a leer a la sombra de un viejo y frondoso roble. En el camino encontré un bello y bien cuidado jardín llamándome la atención un hermoso cultivo de rosas rojas que son mis preferidas, cuando arrime a preguntar si estaban para la venta salió una linda niña que me dejo impactado…se me fue la voz, no sabía cómo dirigirme a tan despampanante y bella princesa.
Comenzamos a hablar de flores, de pronto le pregunte por su nombre y me respondió que se llamaba Rosa y que hacía unos meses vivía allí con sus padres y una TIA. Luego me hizo pasar y me presento a su Mama y a su TIA me dijo que su Papa no estaba en el momento, en seguida me ofreció un jugo, conversa va conversa viene, me cogió el medio día, me despedí y hasta que llegue a mi casa no hice sino pensar en aquella hermosura de Rosa que acababa de conocer. Así trascurrieron muchos días viéndonos muy seguido, yo note que a ella le pasaba lo mismo que a mí, estábamos enamorados.
Un día domingo fui a visitarla y después de afectuosas caricias nos dimos el primer beso, le dije que quería hablar con sus papas para formar un noviazgo enserio con el consentimiento de ellos; me respondió que su mama, su papa y su TIA habían salido de compras al pueblo, cuando me despedía llegaron pero el papá no venía con ellas porqué se había embolatado con unos amigos.
Pasaron muchos días sin poder conocer a su papá ni mucho menos hablar con él.
A fines del mes de octubre me invito a su cumpleaños, pasamos una tarde increíble cogidos siempre se la mano y presentándome a sus amistades como su novio,  al preguntarle nuevamente sobre su papá con una  sonrisa y un beso me cambio de tema, los dos sentíamos que cada día que pasaba estábamos mas enamorados. A los tres días fui a visitarla como de costumbre, salió a recibirme la mama y la TIA y de mala  manera me dijeron que Rosa no podía atenderme porque estaba enferma, de inmediato les pedí que me permitieran verla, me contestaron que NO y que era mejor que no volviera y que me olvidara de ella. Regrese a mi casa con el corazón destrozado sin poder contener el llanto, así fueron pasando los días, las semanas y los meses, yo sentía que mi vida sin Rosa no era vida me faltaba el aire, no comía ni dormía, francamente parecía un cadáver. De pronto un sábado en la tarde me dije: cuésteme lo que me cueste tengo que ver y hablar con Rosa, emprendí el camino pero antes de llegar a su casa me llamo una intima amiga de ella y con voz entrecortada me dijo joven Juan Rosa lo ama pero yo le aconsejo que  terminen  ese absurdo amorío. Extrañando le respondí que me parecía raro que siendo ella su mejor amiga me pidiera eso, agachando la cabeza me dijo: la señora Julia no es su mamá, Rosa es adoptada, son un matrimonio GAY y la que dice ser si TIA es el papá, además a Rosa la obligaron a convivir con una amiga de ellas.
Pero me lleve una gran sorpresa cuando dirigí la mirada hacia el camino y Rosa venia de su casa cogida de la mano con su nuevo amor, con una lánguida mirada de tristeza me saludo.
Desde ese momento no he podido borrarlo de mi mente y no hago mas que darle vueltas y vueltas a esta marchita rosa y seguir bañando sus pétalos con mis escasas lágrimas.
Mis amigos dicen pobre Juan es un cadáver viviente que no hace más que repetir inconscientemente Rosa…Rosa…Rosa…

Por: Ana María Ortega Calderón

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