EL TIEMPO. Mayo 26 de 2007
Por facilitar la mediocridad,
entró a revisión decreto que impide que más del 5% pierda el año
Con esa norma, que cumple cinco años, unos 345.000 niños y jóvenes reprueban cada año el curso son promovidos, pero son solo la punta del iceberg.
Detrás de ellos hay un problema profundo que llevaba cinco años dormido y que volvió a la picota pública con la construcción del nuevo Plan Decenal de Educación.
En las escuelas del país, sobre todo oficiales, la norma que las obligó a recortar las cuotas de alumnos 'vagos' que pierden el año ha hecho estragos en la calidad educativa, según expertos en pedagogía.
A partir del 2 de febrero del 2002, ningún colegio puede hacer repetir el año a más del cinco por ciento de los estudiantes.
La justificación de entonces era que, por un lado, el sistema educativo pierde cupos, pues educar a un niño repitente le quita la posibilidad a otro. Por el otro, que el fracaso escolar no es solo culpa del niño, sino también del maestro.
"Un sistema educativo se prepara para atender un número equis de niños y es muy grave que se pierdan estudiantes en el camino. Representa costos de docentes y capacidad instalada", dice la viceministra de Educación Básica, Juana Inés Díaz.
De hecho, el cálculo del 2002 era que al año se perdían 326 mil millones de pesos: el 5,8 por ciento del gasto en educación. Hoy no hay cifras al respecto.
Profesores, sin estrategias
Sin embargo, después de cinco años del decreto 230, firmado por el entonces presidente Andrés Pastrana, ni instituciones ni Gobierno han podido garantizar que a los niños se les evalúe de manera integral y no terminen pasando años sin saber lo básico ni quedarse más tiempo del necesario en un mismo nivel.
"Desde el 2002, la mediocridad es evidente", reconoce una profesora de informática de un colegio público de Bucaramanga. Según ella, en instituciones oficiales un niño puede perder hasta cinco materias y aún así pasar el año: atrás habrá otros que sí puedan perderlo.
"Ahora los jóvenes parecen intocables. Los docentes hemos perdido la capacidad de exigencia y el estudiante es conformista", dice Mario Correa, coordinador del Colegio Mayor Ciudad de Buga, en el Valle.
Ha sido tal la polémica, que la misma Ministra de Educación actual, Cecilia María Vélez, estudia la posibilidad de cambiar la norma. Esto, a pesar de que Vélez, tras cuatro meses en el cargo, validó el decreto con otro (el 3055 de diciembre de 2002) y cambió la cuota de estudiantes: ya no pierde el cinco por ciento de cada salón, sino de cada colegio.
Las cifras se fueron al suelo
Según estudiosos del tema, como la consultora Carmen Helena Vergara, el decreto fue eficaz para frenar las alarmantes cifras de repitentes que empezaron a crecer en los noventas, lo cual, según Vergara, era reflejo de la irresponsabilidad de las instituciones.
Vergara cree que, aparte de la cuota, el decreto 230 instauró mecanismos de evaluación exitosos (como un comité para revisar la situación de cada alumno) y que esto se da sobre todo en los colegios privados, para los que el tema de la cuota del 5 por ciento no aplicó, pues tenían solo 2 puntos de repitentes.
"Al padre de familia lo que le interesa es si su hijo aprende o no aprende. Pero ahora le dicen: señor, aquí se lo recibimos y se lo entregamos después de 11 años, pero no sabemos cómo le fue. Esto, porque muchos estudiantes pasan su primaria y bachillerato sin méritos para hacerlo", dice la decana de Educación del Externado, Myriam Ochoa.
No obstante, el punto es que ningún estudiante debería perder el año como estrategia para hacer que mejore.
"Repetir es una estupidez académica. No se ha probado que sirva para algo", dice Alfredo Sarmiento, director en Colombia del Programa Nacional de Desarrollo Humano.
Sarmiento y otros expertos dicen que la alternativa es simplemente retomar lo que se dijo para justificar el decreto 230: crear mecanismos en la escuela para corregir las deficiencias del niño antes de que acabe el año, y no dejarle el problema al profesor que sigue.
"En el colegio debe haber alguien que identifique los problemas de los niños, que no sea el profesor -agrega Sarmiento-. Incluso las clases de refuerzo dan resultado. Hay que retomar el modelo de escuela nueva, porque a pesar de la cantidad de niños por salón, hay un seguimiento permanente".
Esto es justamente lo que hacen los países con mejores resultados: no impedir que el niño avance, sino reforzar sus conocimientos sobre la marcha. Porque, como dice Camila, una repitente de 14 años, fracasar en la escuela es perder un año de la vida.
'Otra vez me está yendo mal'
Angélica, 13 años.
El año pasado me descuidé y perdí lectoescritura, inglés y francés, porque me dedicaba a 'recochar' en el colegio.
De todos modos pasé el año, pero ahora estoy viendo lo que no aprendí en séptimo y lo de octavo y otra vez voy mal.
En el colegio me ayudan con trabajos, exposiciones, exámenes para recuperar, me dan refuerzos y muchas clases extras. Aún así perdí las materias el año pasado y puede ser que esta vez pierda inglés, francés y contabilidad.
No sabría decir por qué. Me siento mal porque me toca hacer más trabajos y poner más atención.
Luz Estela Martínez
Es preocupante que yo tenga una niña de 13 años que está en grado noveno y que no sepa dividir. Ese es el reflejo de lo que pasa en los colegios públicos. Les dejan trabajos y trabajos y el muchacho o los manda a hacer o los baja de Internet.
Ellos se escudan en el decreto y dicen: 'yo qué puedo hacer si al niño hay que pasarlo'. Yo digo que no es cuestión de pasarlo, porque si yo tengo un trabajo debo hacerlo bien.
Tampoco hay colaboración de nosotros los padres desde la casa. La formación al hijo hay que dársela desde el vientre.
'Falta interés'
Luz Nayibe, profesora
Los jóvenes no se esfuerzan por dar más: esperan la recuperación. Se dice que el docente debe realizar actividades para superar esas fallas, pero yo tengo 240 estudiantes. Debo revisar la duda que tiene cada joven y hacer una actividad para cada una. Cosa que realmente no se hace. Es imposible detectar caso por caso.
En mi colegio, cada sede y jornada lleva el número de estudiantes que debe perder el año y se reúne el consejo académico. Entonces, de 4.000, pueden perder 200. Si se cumple el porcentaje, jóvenes con 5 materias perdidas pasan.
'Hago cuentas y me da rabia'
Camila, 14 años
El año pasado repetí séptimo por vaga. Unos 10 compañeros perdieron el año por lo mismo: nos dejaban trabajos y no los llevábamos.
Me tocó con las 'primíparas' y qué jartera. Eso era duro, pero me lo gané porque me la pasaba durmiendo y viendo televisión. A mis papás les advertían en las entregas de boletines, pero nada más.
Este año estoy más aplicada. Ya tengo que ajuiciarme. No quiero pasar por eso otra vez.
Siento rabia cuando hago cuentas. Yo debería ir en noveno, este año tendría que empezar a hacer las prácticas comerciales del colegio.
ÉDGAR ALFONSO
Redactor de EL TIEMPO
edgser@eltiempo.com.co
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