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CUATRO – PRIMER PUESTO
NECIO MESÍAS
Llegó como Cristo haciendo milagros en mí: me quitó la ceguera,
me curó la cojera, me llenó de pan, vino y poemas y me enseñó todo lo que nunca
aprendí en la escuela. Dejó registro de su existencia en un enorme libro que ya
quemé. Fue bondadoso, amoroso, caminaba muchos kilómetros amando y amando, yo
siempre lo acompañé.
A él lo querían matar por
haber llegado de improvisto y abrirme los ojos. Su error fue enamorarse de una
Magdalena bohemia y confundida que le contó cuentos, le despertó la pasión
hasta la exageración, le mostró su alma y logró confundirlo también. Aunque hubo puro amor entre sabio y ramera, murió. Lo
mataron las mujeres a las que quiso también curar, aliviar, enamorar.
Su don era la palabra,
efectiva ante los pecadores románticos, prometía una segunda oportunidad. Esas
peligrosas fieras sexuales no pudieron soportar que el pecara por mí. Entonces
lo dejaron morir en manos de los simples e incoloros hombres que
envidiaran por siempre su don de poeta.
Aunque ellas lo acompañaron en su camino hacia la muerte, fui yo quien más lo
lloró, limpiando su sangre y dándole a beber de mi agua. Se tenía que ir, porque de igual manera yo
tampoco soporté que su pecado fuera por partida doble. Hoy espero que alguien
igual a él llegue y me salve con la verdad.
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