Antonio de Padua nació en Lisboa en 1191-92. La tradición fija su nacimiento el 15 de agosto, fiesta de la Asunción de la Virgen. La Assidua,la primera biografía antoniana, no nos transmite la fecha de su nacimiento, sino la de su muerte. El estudio antropológico llevado a cabo sobre sus restos mortales, en la exhumación de 1981, dice lo siguiente acerca de su estatura y edad: «La altura de fray Antonio se fija en 1,69 m.; la edad en torno a los 39/40 años... Se puede concluir, con un buen margen de seguridad, que el santo murió en torno a los 40 años». En el bautismo, celebrado en la catedral, le pusieron por nombre Fernando.
Sus padres son Martín de Alfonso, caballero al servicio del rey Alfonso I de Portugal, descendiente de la familia de los Bouillón, según el testimonio tardío de Marcos de Lisboa, y María, de la familia Taveira, cuyo representante principal fue Fruela I, rey de Asturias, aunque carecen de un linaje nobiliario donde se refleje el origen de su estirpe. La Vida Primera del santo, como queriendo confirmar su noble linaje, dice que «en San Vicente le asediaban jóvenes de casas nobles». Se intenta trazar el camino de la santidad en paralelismo con la nobleza y la riqueza, mientras que el camino que va a recorrer Fernando, como todos los santos, es el de Jesús de Nazaret.
La Rigaldina, otra antigua biografía, refiere que Fernando era el primogénito. Documentadas, sólo tenemos noticias de su hermana María, sobre la cual se lee en el Martirologio de San Vicente de la Biblioteca Nacional de Oporto: «Murió María Martins, hermana de San Antonio, el 18 de febrero de 1279».
La Assidua dice que fue confiado, a edad debida, a la escuela de la catedral para que le instruyesen en las sagradas letras; allí, añaden fuentes posteriores, un tío suyo, de nombre Fernando, era canónigo-maestrescuela. Soeiro I (1185-1209), obispo de Lisboa, protegió esta escuela abierta para la enseñanza de los adictos al clero y de los estudiantes pobres. Se les iniciaba en la lectura del Salterio, la Escritura, las matemáticas, la música..., es decir, los cursos del «Trivium» y el «Quadrivium».
La Benignitas describe al joven Fernando diciendo que era buen oyente de la Palabra de Dios y la conservaba en su corazón; que echó sólidos cimientos al edificio de su vida espiritual y conservó la pureza de cuerpo y alma hasta el final
de su vida.
HACIA LA VIDA RELIGIOSA
Voluntariamente he arrinconado abundantes aportaciones legendarias que hacen de Fernando Martins un modelo poco creíble y menos luminoso de lo deseable, con el propósito de penetrar y profundizar en el proceso y camino de su vida humana y cristiana que, con trazos cada vez más precisos, nos ha legado la historiografía.
La Vida Primera refiere que, pasados entre los suyos los años de la infancia y la adolescencia, y llegado a la edad de casarse, Fernando advirtió cómo crecían en él las sugestiones de la concupiscencia. No se dejó seducir por los estímulos de la carne ni por los placeres que le brindaba la brillante vida pública portuguesa. A esa vida era invitada la juventud noble y burguesa por el rey Sancho I, poco escrupuloso, a través del cebo de la fortuna y el disfrute, aprovechando la fragilidad de la condición humana y potenciando el ímpetu de la pasión. Se decidió a abandonar el mundo y determinó entrar en la canónica de San Vicente de Fora, de los Canónigos Regulares de San Agustín, levantada junto a los muros de la ciudad por el rey Alfonso I.
La entrada en la canónica de San Vicente es el primer paso de una serie de trazos elocuentes y nada despreciables en su proyecto de vida. La llamada es de Dios, y a cada uno le «da» (Dios es dador, regalador) la oportunidad de encontrarse con él de una manera específica, y por el camino que él traza, porque él es el camino. Familiares y amigos no comprenden su opción de vida. Intentarán con todos sus medios recuperar a Fernando, considerado un extraviado de la familia y la sociedad.
La Rigaldina habla más directamente de una fuerte crisis dentro de la familia, con circunstancias hoy desconocidas para nosotros, una crisis que Fernando resuelve personal y unilateralmente con la renuncia a la herencia paterna (no debemos olvidar situaciones semejantes en Francisco de Asís, desheredado por su padre, y en Clara de Asís, que vende su patrimonio) y optando por la vida consagrada. La conversión de Fernando está marcada por dos gestos muy significativos: la «desapropiación de la herencia» -se deshereda- y la entrada en San Vicente.
Este giro de ciento ochenta grados que da a su vida no es comprendido ni por parientes ni por amigos. Le acosan unos y otros en San Vicente de Fora, y no cejan en su intento mientras permanece en Santa Cruz, y teme el asalto, de nuevo, al pasar entre los Hermanos Menores, lo que le insta a pedir el cambio de nombre, con el fin de despistar a los molestos y tenaces parientes.
FUENTE: http://www.franciscanos.org/sanantonio/gardin.htm
No hay comentarios:
Publicar un comentario