Por Marco Antonio Valencia
valenciacalle@yahoo.com
La fama de holgazanes, borrachines y amigos de lo ajeno que tienen los indios mapuches es parte del estigma y la confrontación que tienen los indígenas con los “blancos” de Santiago de Chile y centros urbanos. En la IX región de la Araucanía, esta la ciudad de Temuco donde conviven mapuches y blancos, pero cada uno por su lado, como ocurre en la comunidad de Silvia Cauca, donde los pobladores nada o poco quieren saber de los guámbianos, y unos a otros se descalifican.
Los conquistadores europeos al invadir y someter a los pueblos indígenas latinoamericanos nunca pudieron con los mapuches, pues no vivían en grupos, eran nómadas y carecían de un líder común que les diera una organización política como la que tenían los incas, chibchas o mayas. El escritor Alonso de Ercilla, escribió “La Araucana” donde da cuenta de las bárbaras guerras entre españoles y mapuches, texto que hace parte de las valiosas crónicas, testimonios y narraciones de la conquista. Hoy en día, en los parques de la ciudad están las estatuas de Lautaro y Caupolicán, los héroes de la novela de Ercilla, que siguen alimentando el mito del indígena guerrero e indomable. Pero los guerreros de ahora ya no usan caballos, lanzas y flechas; ahora sus formas de lucha y resistencia frente a la cultura del hombre blanco están en el internet, los periódicos escritos, los partidos políticos y las emisoras de radio, que les permiten orientar reivindicaciones varias, algunas referidas a la obtención de mejores condiciones de vida, más presupuesto del Estado y el respeto por la madre Tierra. Actos y acciones que son apoyados económicamente por “oenegés” europeas. Nada distinto al actuar de los indígenas paeces y coconucos del Cauca.
A pesar del smog, Temuco es una ciudad atractiva por lo limpia y ordenada. Y en sus grandes centros comerciales se pueden apreciar los nefatos efectos del tratado libre comercio (TLC) de Chile con Estados Unidos, en la medida que la mayoría de productos de alimentos y aseo son enlatados gringos con etiquetas en inglés, además de las tiendas de ropa usada “made en USA” de precios bajos y tallas extra-grandes. Pero sin duda, el mejor sitio para ir de compras es el Mercado Municipal donde se pueden ver lo más típico de la cultura mapuche. Objetos elaborados en madera como los “indios picaros”, bisutería de plata, vistosos ropajes confeccionados a mano, y “el merquén”, una especie de ají seco, ahumado y molido que hace parte de los secretos culinarios de la región. Con suerte, se podrán conocer los “huevos azules” de gallinas silvestres (únicos en el mundo) y que por su curiosidad y mito se venden a precio de oro. Eso sí, no hay que olvidar pasar por la “la mesa larga” del mercado a degustar unas buenas otras, y otras delicias del mar Pacífico.
Dicen que en Temuco nació Ricardo Eliécer Neftalí Reyes Basoalto, más conocido como Pablo Neruda, pero los de Parral lo discuten. Lo cierto es que el poeta vivió allí su niñez, y hoy, el Museo Nacional Ferroviario lleva el nombre del poeta en la medida que fue el lugar donde trabajó su padre. Para terminar mi crónica de viaje, recomiendo visitar el Estadio Municipal, darse un paseo por la Avenida Alemania y entrar al Museo Araucano, para tener una idea más completa de Temuco, su historia y sus gentes.
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