martes, 20 de noviembre de 2012

III CONCURSO NAL DE HISTORIAS DE AMOR


CATEGORIA TRES – PRIMER PUESTO

REMINISCENCIA

En mi memoria solo una imagen de amor perdura a pesar del tiempo. El recuerdo está vivo y parece que fue ayer cuando era forastero en un pequeño pueblo. El primer día entré a la escuela, llegué al salón y vi mis nuevos compañeros, pero cuando la vi a ella empecé a sentir algo desconocido para mí, el piso se me movía y yo flotaba. Era bajita, pelo castaño y linda sonrisa. Yo no conocía a nadie pero las ganas me llevaron a hablarle  a Toñito un gordito, morenito que era amigo de todo el mundo. Empecé a hablarle de ella y me dijo que era la niña de la que todos estaban enamorados, pero no me importó, era un pueblo de feos y yo solo pensaba en ella. Todos los días me levantaba feliz para ir a estudiar, al mediodía almorzaba y me iba rápido al colegio mucho antes de que lo abrieran, y por la tarde salía a jugar al parque, hacer tareas o cualquier cosa todo con propósito de verla. Me daban trescientos para el mecato, pero yo salía de la casa compraba una chocolatina llegaba en el salón a entregársela, nunca fui capaz de decirle nada era como si la lengua se me trabara. Todo el año fue igual. En navidad tuve que devolverme a la ciudad. 

Pasados dos años volví, entre a tercero con los mismos compañeros y ella seguía igual de bella y yo más idiotizado por verla. Pensé en hacernos amigos, pero así no avanzaría  en su corazón, pensé en decirle que fuera mi novia pero era muy cobarde para hablarle, así que me conforme con verla y saber que era su enamorado. Terminó el año  escolar, y tenía que marcharme otra vez, entonces compre un peluché y frente a la clase  se lo entregue, los nervios me pudieron y salí corriendo.   Habrían pasado  5 años  y unas vacaciones regrese, entonces volví donde Toñito hablamos y le pregunté por ella me dijo que seguía igual que hasta ahora no ha tenido nadie en especial, en el fondo sentí alegría.
Ya cuando la vi me di cuenta que su belleza era infinita, me le acerque hablamos, reímos y tenía el peluche que le había dado, significó mucho para mí. Hablamos, varios días, pero no fui capaz de pedirle ni un beso. Hasta que llego el día de marcharme a la ciudad con la esperanza de al pueblo algún día regresar y con el sueño de su corazón ya por fin capturar.

Juan José Ortiz Martínez

No hay comentarios: