martes, 20 de noviembre de 2012

III CONCURSO NACIONAL DE HISTORIAS DE AMOR


CATEGORIA 1 - PRIMER PUESTO:

UN AMOR SINGULAR

Sus ojos reflejaban una gran pasión y sus labios pregonaban en mis agitados oídos TE AMO… su dulce voz era una suave caricia que recorría mi cuerpo entero sin cesar, mientras sus varoniles manos reclamaban todo mi ser en una desenfrenada noche de lujuria; pero sobre todo de amor. Ese amor que te hace volar sobre de las nubes sin un freno aparente y te deja ver tu realidad de la forma que más te gusta.

Ese era el amor mas dulce y especial, el amor  que siempre has deseado tener. Aquel que puedes recordar cada noche o cada mañana cuando te sorprendía con un beso  que borraba las dificultades, los problemas y te hacia sentir segura de la vida que llevabas  junto a él.

Hoy, 36 años después, la juventud ya no está y ese dulce amanecer que irrumpe a través de la delgada ventana de cristal adornada de dorados barrotes, sigue intacto como si fuera la misa imagen, día tras día, la misma dulce rutina que se hace más lenta en medio de los años y de la cual no te cansas nunca porque estás de la mano de tu amado.

Aún recuerdo el delicado murmullo de las coloridas aves que se posaban en la rejilla, aquel canto nos acompañaba, mientras sentados en las mecedoras esperábamos que saliera la luna, testiga fiel de un verdadero amor abrazados uno del otro hasta desmayar de encanto.

Ahora todo ha cambiado, ya no se siente el mismo ambiente en la rutina, ya te cansas de notar ese vacío en tu vida, una parte importante había desaparecido dejando un gran dolor en el corazón. Lo único que quedó tras su partida fue esa desgastada mecedora, aquella que presenció muchos de nuestros momentos juntos. Ni un retrato, ni una fotografía, porque como él decía mientras arrugaba su entrecejo: - Es inútil, quiero estar en tu memoria por lo que fui con mis acciones-.

El momento de su partida aún no se borra de mi mente, parecía un día mas de rutina, pero no fue así, jamás lo fue, solo quedó quieto en la cama con sus mejillas pálidas, todo su cuerpo pálido, se había ido, no había nada que yo pudiera hacer ante la terrible escena, así que solo deje que mis ojos se inundaran sin ningún remedio. Aquel hombre con quien compartí toda mi vida, secretos y temores, había desaparecido sin darme cuenta y lo último que vi salir de sus labios fue un dulce y sentido: TE AMO.

Gloria Fabiana Andrade Montenegro

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